El mejor jamón de España se compra en una calle de este pequeño pueblo de Huelva: "Es la verdadera meca del jamón de bellota"

A menudo, los grandes tesoros se esconden en pequeños rincones que esperan ser revelados. La noticia que nos llega desde la revista Viajar, y hasta el corazón de la Sierra de Aracena, no es un simple dato, sino una revelación: Una calle de un pueblo de Huelva se ha consolidado como el epicentro indiscutible del jamón ibérico de bellota.

Estamos hablando de un paseo que ya es conocido oficiosamente como la "meca del jamón", atrayendo a sibaritas y curiosos desde todos los puntos en busca de la pieza perfecta.

Este fenómeno no se debe a una campaña de marketing masiva, sino a la acumulación de excelencia, tradición y un saber hacer transmitido de generación en generación. Es el kilómetro cero de la pasión por el ibérico, un lugar donde el tiempo parece detenerse para que la magia de la curación pueda obrar su arte.

Jabugo, donde la tradición es el mejor sabor

Para comprender la magnitud de esta calle, es fundamental sumergirse en la atmósfera del pueblo que la alberga: Jabugo. Situado en el Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche, este municipio onubense es sinónimo de la más alta calidad en el mundo del jamón. De hecho, la Denominación de Origen Protegida (DOP) Jabugo actúa como un sello de garantía inigualable.

Según Viajar: "A lo largo de la vía se encuentra la mítica Bodega Cinco Jotas, considerada por muchos la mejor del mundo, y su tienda gourmet. Si avanzamos por la calle, nos cruzaremos con establecimeintos como el Supermercado Sánchez de Jabugo, con un expositor que parece un museo; Casa Miguel: Jamones y Embutidos; La Bodega de Manuel, Corteibero o La Cañada de Jabugo, todos ellos locales donde los jamones se exponen como joyas. No hay otro lugar en España con una concentración semejante de productores de calidad suprema".

A diferencia de otros pueblos de la sierra con una fuerte impronta monumental, la grandeza de Jabugo reside en sus secaderos y bodegas naturales. Su historia es la historia de las grandes familias jamoneras que, generación tras generación, han perfeccionado el arte de curar la pata que proviene del cerdo ibérico criado en la dehesa.

Aquí, la dehesa de encinas y alcornoques es el paisaje que lo envuelve todo, el hábitat perfecto donde el cerdo ibérico, el auténtico artífice de la joya gastronómica, realiza la montanera alimentándose de bellotas. Es la bellota, el aire puro de la sierra y la baja humedad, condiciones climatológicas ideales, lo que permite un proceso de curación lento y sosegado, vital para obtener ese veteado y ese sabor tan característico.