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El maillot amarillo quema

Chris Froome, en el transcurso de la décima etapa.

Chris Froome, en el transcurso de la décima etapa. / yoan valat / efe

París todavía está muy lejos, sobre todo después de los 800 kilómetros de traslado desde Roubaix hasta los Alpes el día de descanso, por eso de momento parece que nadie quiere hacerse con el maillot amarillo y con ello asumir todo el trabajo que conlleva su defensa.

La dorada prenda seguirá una etapa más sobre las espaldas del especialista Greg van Avermaet (BMC), aunque su aventura parece que definitivamente tiene las horas contadas. Todas las miradas se dirigen ahora al Sky, último ganador del Tour con Chris Froome.

Con este panorama el numeroso grupo de escapados ha superado los siete minutos de ventaja, entre los que estaban el ganador de la etapa, Julien Alaphilippe (Quick Step), y el líder de la general. Así que al Sky no le queda más remedio que tomar las riendas de una carrera que podía acabar bastante desmadrada. Mejor evitar sustos antes de tiempo, que luego intentar poner remedio a un gran desbarajuste.

El temor y la vigilancia de todos sobre Froome y sus compañeros es la máxima. Nadie en el pelotón olvida que sus cuatro victorias en la carrera gala las ha celebrado siempre en la primera etapa de montaña y a partir de ahí ha ido gestionando su rendimiento.

Tras su victoria el pasado mayo en el Giro de Italia, con la que encadenó su tercera gran vuelta por etapas consecutiva (Tour y Vuelta 2017 y Giro 2018), es más que probable que desarrolle unos parámetros diferentes a los que ha empleado con anterioridad. La incógnita se irá desvelando en los próximos días.

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