El hilo de vida que le quedaba a Juan Palma como máximo responsable del banquillo del Cartaya se lo quitó el Ciudad de Lucena, no tanto por el resultado, cero a uno, sino por la sensación de impotencia del equipo, algo que venía sucediéndose desde hace mucho tiempo. Para entender la decisión hay que poner en orden, cronológicamente, la situación desde el minuto uno.

A la firma del entrenador ya hubo disidentes dentro de la junta directiva que mostraron sus dudas respecto a su contratación. Finalmente, más que por lo que podía aportar al nuevo proyecto en Tercera once años después, se impuso su condición de cartayero, algo vano porque desde que salió del Cartaya, cuando se barajaron nombres para comandar temporadas o sustituciones, nunca saltó su nombre a la palestra.

El Cartaya se ha caracterizado este tiempo por ser un equipo débil de mente. Cada vez que el rival se ha adelantado en el marcador, ha terminado perdiendo o, como mucho, rascando un empate. Además, a partir de un punto determinado de la Liga, el técnico optó por la defensa de cinco, incidiendo en ella a pesar de que nunca le alcanzó para cambiar el rumbo de los acontecimientos. Tres centrales lineales, un pivote de anclaje de escaso recorrido en metros y distancia sideral del delantero respecto a la segunda línea. A los rivales les ha bastado tapar las bandas para anular la escasa imaginación. Siempre los cambios hombre por hombre y no se ha visto ni una sola jugada de laboratorio, ensayos que dan puntos en liga tan igualadas.

A eso hay que añadir que jugadores por los que apostó han estado muy por debajo del nivel que se presupone para Tercera. Joao Lobo, Víctor Sánchez, Fabinho o Miguelito. Queda la impresión de que Cerpa puede hacer más cosas y uno de los puntos más calientes ha sido el delantero Wocjik. El polaco, desde que salió a la palestra la defensa de cinco, se quedó en una isla y desde entonces no ha marcado ni un solo gol, y siempre con escasas opciones de poder hacerlo.

Ante eso y con trece puntos, en déficit total respecto a la segunda vuelta, la junta directiva ha determinado el cese en sus funciones. Todo el mundo ha coincidido en que la plantilla tiene más recorrido del mostrado hasta la fecha. Y si el Cartaya no ha caído a puestos del descenso, es porque los de abajo del todo han acumulado deméritos más que suficientes como para que el Cartaya viva de las miserias de otros.

El club, escrutado el asunto y tras la enésima decepción ante el Ciudad de Lucena, ha querido aprovechar el parón para tomar una decisión que ya se cocía en las entrañas del Luis Rodríguez Salvador desde hace tiempo. Es más, salvo momentos puntuales, ni a la junta ni a la afición les ha convencido nunca la apuesta desde el banquillo. Esa es la realidad. Incidir en algo que se venía que no funcionaba en absoluto, como el sistema, es lo que ha hecho explosionar la situación. Incluso más que los propios resultados.

Analizado el calendario de primeros de año y por añadidura la primera vuelta, el Cartaya piensa que es el momento de apretar desde un concepto nuevo, desde una idea diferente, desde algo conocido y que ya dio un gran resultado la pasada temporada con ascenso incluido. Por eso será Amate el que dirija la nave.

El onubense siempre fue la primera opción y salió del club por una absurda normativa que corrigieron casi al instante, aunque ya era tarde para Amate porque el Cartaya, ante la imposibilidad de contar con él desde el principio, optó por la contratación de otro entrenador. Por cierto, el Recre no ha puesto ningún impedimento a la salida de Amate del Infantil A del Decano. Es más, es bastante probable que lleguen refuerzos de la primera plantilla del Recre al Cartaya en las próximas horas. Porque la intención de Paco Amate es cambiar algunas cosas y en eso entra cambio de cromos. El entrenador baraja entre cuatro y cinco incorporaciones, por lo que las salidas rondarán esos dígitos.

Rota, Antoniano, Xerez y Conil serán los próximos rivales del conjunto rojinegro. Salvo el Xerez, que está en otra dimensión y miras, el resto de equipos es de la liga del Cartaya. Y ahí puede estar una de las claves para la salvación.