la pelota de papel

El Atlético no huye de la ciclotimia

  • Simeone empeora sus números, aún muy superiores a los de Manzano, en el último tramo liguero

Mimetizado hasta el extremo con el Atlético de Madrid, Diego Simeone apenas tardó tres meses en identificarse con la ciclotimia del club rojiblanco, que vuelve a sembrar el desencanto entre sus hinchas tras vivir unas cuantas semanas de euforia.

La ciclotimia se define como un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por oscilaciones de humor abruptas que van de la alegría a la depresión. Es decir, lo que le sucede al Atlético de Madrid, un ciclotímico crónico.

El Atlético de Simeone comenzó viajando a velocidad de avión, disparado hacia la Liga de Campeones, y el técnico argentino era aclamado como el salvador del equipo tras el despido de Gregorio Manzano como técnico rojiblanco. "Ole, ole, ole, Cholo Simeone", cantaba armónicamente la grada del Vicente Calderón. Pero de a poco, el efecto Simeone quedó diluido.

El síntoma pasó a convertirse en enfermedad el domingo, cuando el equipo cayó por 1-0 ante el colista Zaragoza después de jugar uno de sus peores partidos de la temporada. "No estuvimos a la altura", confesó Simeone. Aunque no reprochó nada a sus jugadores. "Hicieron un gran esfuerzo", aseguró.

El problema estuvo, como tantas otras veces, en su incapacidad para generar fútbol y competir. Así lo demuestra un hecho: apenas sumó dos puntos en los últimos partidos jugados ante los tres últimos clasificados de la tabla, como son Zaragoza, Racing y Sporting.

Y no es cuestión de partidos puntuales, sino de una mala racha duradera. Así, el conjunto de Simeone apenas consiguió 10 de los últimos 27 puntos en juego, la misma cantidad que en los cuatro primeros partidos que dirigió desde su debut en La Rosaleda frente al Málaga (0-0).

Suficiente para que el Atlético de Madrid haya descendido a la octava posición de la Liga, a cuatro de los puestos europeos y a ocho de la Liga de Campeones, su gran aspiración, cuando sólo quedan nueve jornadas para el final.

En ese margen de nueve partidos, el equipo rojiblanco confirmó sus tremendos problemas para hacer goles. Fuera del colombiano Radamel Falcao, casi nadie contribuye.

"Hasta aquí hemos llegado. Simeone ha durado tres meses. No se trata de que lo vayan a echar, faltaría más, sino de que ni siquiera el efecto que produjo su llegada ha podido con la tozuda realidad", puede leerse en Marca.

As también fue inmisericorde: "El efecto Simeone ha llegado al momento crítico en toda revolución, en el que la efervescencia acaba, las burbujas se posan, el "ole, ole, ole" baja de volumen y toca analizar lo que queda tras el ruido y la furia. Y lo que queda es un equipo agotado".

Lo que le queda al Atlético no es pequeño, pues deberá jugar ante Getafe, Levante, Real Madrid, Rayo Vallecano, Espanyol, Betis, Málaga, Villarreal y Real Sociedad. Pocos partidos, buenos rivales y una larga desventaja que descontar en su intento de entrar en la Liga de Campeones, ahora mismo lejano.

Con todo, si el vistazo se hace menos parcial y se mira a los trece partidos dirigidos en Liga por Simeone, sus números son superiores con mucho a los de Manzano, quien en tres encuentros más que el argentino sumó un punto menos, 19.

Es ese lastre inicial, fundamentalmente, el que ha impedido que el conjunto madrileño se asiente en las plazas europeas, toda vez que si sólo se contabilizara la etapa del argentino, el equipo estaría situado quinto en la clasificación. Real Madrid y Barcelona al margen, sólo el Málaga (23) y el Getafe (21) han sumado más puntos que los 20 cosechados por el Atlético.

Las sensaciones también han tenido mucho que ver en el estado semidepresivo en el que se hallan el equipo y sus aficionados. Y es que los primeros partidos con el Cholo en el banquillo y el brillante discurrir en la Liga Europa hicieron pensar en una dinámica doméstica más agradable. Las derrotas fuera de casa, quizá inmerecidas, ante el Mallorca y el Zaragoza han hecho mella.

Aunque tampoco es descartable que el Atlético regrese a otro pico en su estado de ánimo y complete una remontada, conociendo su naturaleza. Pero tal y como están las cosas ahora, nadie puede negar que la depresión volvió a instalarse en el Vicente Calderón. Como tantas otras veces en su caso, tras la euforia le llegó la melancolía. Ciclotimia, lo llaman.

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