El puesto de entrenador en el Recreativo es temido por su responsabilidad y el reto de responder por encima de muchas expectativas. El Decano tiene una historia, un prestigio y un cartel desde siempre que atrae y también repele por lo que se espera y lo que quema. Por ser la partida de nacimiento del fútbol español ha sido, es y seguirá siendo un reclamo en todos los apartados. Y habrá muchos técnicos que no entiendan esta exposición abierta y contundente, pero es así por el valor asociado a su conjunto de lo que expresa su legado.

Después de una pasada temporada catastrófica que hundió y humilló el trabajo de tres técnicos, ahora el elegido con la orden tajante de ascender sí o sí es el ilerdense Alberto Gallego. Su credencial es el ascenso del Ibiza y su carta de presentación fue su motivación y su convencimiento de que nunca tanta responsabilidad había encontrado tan excelente respuesta a la aceptación de una herencia de pedir algo tan primordial a lo que tiene derecho el Recreativo. Alberto Gallego captó la imagen de la verdadera realidad, es receptivo y dialogante en su labor para ir todos a una juzgando los hechos en su aspecto más favorable.

Y en relación a este rasgo en el Diario Odiel recuerdo una de las frases clarividenes de una entrevista con el veterano técnico argentino Roque Olsen (temporada 1980-81) relevado por Aranguren en marzo: “Un buen entrenador debe aprender a observar y escuchar, usted que es joven haz lo mismo y le irá bien en su profesión”. La cuenta atrás de la pretemporada está dejando detalles de asentamiento de una base de ideas, estrategia, sentido colectivo y disciplina táctica para sellar una identidad en esta encrucijada de Tercera División RFEF. ¿Cómo conseguir generar confianza entre la plantilla y la afición? Pues, parece que Alberto Gallego ha calado y sabe lo que necesita el equipo. Pero, hay que esperar a la hora de la verdad.