Cuando se cumplen cien años de su nacimiento, Debolsillo rescata este volumen recopilatorio donde se recogen las andanzas, desamores y nostalgias de un personaje excepcional: Maqroll el Gaviero, hijo de la imaginación poética del colombiano Álvaro Mutis. El lector curioso ya habrá imaginado que este Mutis del XX es descendiente de aquel Mutis gaditano, botánico excepcional, junto a Carl von Linneo, que herborizó la Nueva Granada y trajo al saber ilustrado, como su coetáneo Félix de Azara, no pocas noticias y exactitudes americanas. El hecho es que con aquel mundo entrelazado y vasto de su antepasado, Álvaro Mutis quiso construir una poética de la soledad y el misterio, una lírica del mundo todo, pero contemplado ya por su espalda: esto es, por los lugares donde lo humano figura como huella, como desolación, como inhóspito vacío.

Mutis conoce bien los grandes viajes del XV-XVIII, sobre los que se deslizará, lejanamente, su poética

En cierto modo, Maqroll está constituido por los vestigios del mundo moderno, con el residuo de sus viejas hazañas y navegaciones. Mutis conoce bien los grandes viajes del XV-XVIII, sobre los que se deslizará, lejanamente, su poética. Sin embargo, esta poética adquiere su tono de otras fuentes: por ejemplo en El corazón de las tinieblas de Conrad, cuya naturaleza es una naturaleza hostil, radicalmente inhumana. Pero también en el Simbad de la tradición bagdadí, cuyos prodigios, si los hubiere, han adquirido una cualidad infausta. Este Maqroll de Mutis es, pues, un navegante solitario, testimonio vivo del mundo contemporáneo, pero observado en situaciones y horas y latitudes en las que todo se ofrece a una luz acerba y valetudinaria.

En esta gran obra de extrañamiento, de alto contenido lírico, se observa una particularidad de Mutis de notable perspicacia, referida al carácter fronterizo, exento, artificial, de cualquier mercancía; vale decir, referido a su misteriosa y desconocida vida propia. Este secreto viajar de las materias, desde un fango primordial a las geografías hiperbóreas, es uno de los hallazgos -desolados hallazgos- con los que Mutis construye una imagen inhabitada y amplísima del globo. Otro de ellos será la condición azarosa y minúscula de cualquier vida. Una condición que Maqroll encarna concienzudamente, sin mayor dramatismo, cuando avanza por el agua inmóvil de algún río sin nombre.