No cabe ningún acuerdo posible con Sevilla en Majarabique". Claro, conciso y contundente. El mensaje lanzado el viernes por la Federación Onubense de Empresarios (FOE) no deja lugar a dudas de hasta dónde se ha calentado el incendio provocado por el proyecto portuario. Con valentía y la exigencia de un frente institucional, político y social, la patronal onubense ha puesto el grito en el cielo para reclamar seriedad y, por qué no decirlo, algo de vergüenza a quienes intentan dinamitar el proyecto logístico de Huelva en Sevilla. No recuerdan ni los más antiguos del lugar un discurso tan franco y duro por parte del empresariado onubense. Unas palabras que suponen un claro golpe encima de la mesa para expresar con rotundidad meridiana que hasta aquí hemos llegado, que se acabó tener que aguantar injerencias y que vámonos para adelante que tenemos la ley y la justicia de nuestra parte.

Me confieso sorprendido, muy gratamente sorprendido, por la contundencia del mensaje. Por la llamada a un espíritu de defensa de lo que es nuestro que rompe con el estereotipo de sociedad autocomplaciente. La FOE pide que en Sevilla se deje de torpedear a Huelva, pero también lanza un mensaje al Puerto onubense para que no dude más y adjudique la terminal esta misma semana al margen de las atosigantes presiones que está sufriendo. Es hora de actuar, de plantarse y de seguir adelante, viene a decir el empresariado. Quien lo haga nos va a tener detrás. Es hora, también, de que el clamor que se extiende por conversaciones y redes sociales en toda la ciudad comience a articularse en movimiento de defensa de lo que en justicia es de Huelva. No es tontería esto de lo que estamos hablando y a más de uno seguro que le trae de cabeza porque el tiempo de la medias tintas parece llegado a su fin y es momento de fajarse a fondo.

¿Y por qué sale ahora la FOE con esta contundencia? Quizás habría que mirar a Sevilla y preguntar en algún despacho de la Junta por los motivos. No parece de recibo que mientras se negocia una solución consensuada y desde Huelva se guarda silencio, el presidente del puerto hispalense, Manuel Gracia, y el alcalde de la capital andaluza, Juan Espadas, rompan el silencio pactado para arremeter contra los legítimos intereses onubenses. Y lo hagan faltando a la verdad de forma descarada. Desdiciéndose uno de lo dicho a primeros del pasado diciembre y sacando a colación excusas que suenan, si no a inventadas, a poco verosímiles. Gracia no puede pretender salvar su miopía y falta de visión culpando a los demás por haber hecho mal su trabajo. Espadas no debe hablar de límites a las tarifas mientras defiende por otro lado una libertad de mercado para su puerto siempre y cuando le beneficie. Y la Junta no puede permanecer en silencio ante los excesos que salen de Sevilla. Su silencio ante Huelva la pone en evidencia.

El volcán de Majarabique parece que ha entrado finalmente en erupción y en esta semana veremos hasta dónde llega la lengua de lava. El Puerto debe adjudicar ya al terminalista y Sevilla asumir que ha perdido la batalla. Cualquier otro resultado tendría unas consecuencias impredecibles. Y no parece que nadie quiera acabar como Pompeya.

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