La esquina

josé / aguilar

Se vende aeropuerto

SE vende aeropuerto en buen estado. Razón, en Ciudad Real. Tiene que estar forzosamente en buen estado porque se ha utilizado poco desde que se inauguró, en diciembre de 2008. Todavía se leen los carteles del vestíbulo: "Despegan nuestros sueños. Nuevas relaciones, nuevas dimensiones, distintos horizontes". La empresa explotadora del aeródromo castellano-manchego entró en concurso de acreedores hace tres años. Los administradores judiciales abrieron ayer el plazo para recibir ofertas. El precio de salida es de 100 millones de euros. Como en los letreros de "Se vende" colocados en tantos pisos de lujo, un guasón podría escribir debajo: ¡Que te crees tú eso!". ¿Quién va a pujar por un aeropuerto sin vuelos?

Sueños convertidos en pesadillas. Nuevas relaciones, las del poder político enfrentado a una sequía de inversiones. Distintos horizontes, una de las mayores pistas de aterrizaje de Europa (4.200 metros) que en vez de albergar aeronaves colecciona jaramagos. No es un caso único. En el aeropuerto de Castellón, inaugurado a bombo y platillo por el condenado Carlos Fabra -"¿qué, te gusta el aeropuerto del abuelo?", preguntó el prócer a su nieto el día de autos- no hay aviones que lleguen ni que salgan. El de Huesca, abierto en 2009, tuvo ese año 6.228 pasajeros, pero registró 21.000 operaciones. La explicación es que allí se adiestraron 140 pilotos chinos en prácticas. Los chinos se marcharon y la instalación languideció aún más. El Gobierno de Aragón la mantuvo artificialmente. Hubo un momento en que cada pasajero que volara a Huesca o desde Huesca le costaba a los contribuyentes 600 euros. Un récord mundial de rentabilidad negativa.

Pocas cosas son más espectacularmente inútiles que un aeropuerto sin vuelos. Son el fruto podrido de la época dorada de los políticos megalómanos seducidos por toda clase de burbujas, ansiosos de dejar huella de su paso por el poder, malversadores de las ubres financieras de las cajas de ahorro que controlaban, aliados con constructores y especuladores de las grandes obras y sus terrenos anexos y respaldados por todas las fuerzas vivas locales en el pretexto supremo de la creación de empleo.

Mi colega Luis Gómez dibujó la época: en un radio de 125 kilómetros alrededor del aeropuerto de Burgos hay otros cinco aeropuertos. Todos están conectados con el de Burgos por autopistas y autovías. Absurdo.

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