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La Virgen del Prado llega a Higuera

  • Los cultos en honor de la Patrona comienzan el 11 de mayo en la parroquia de San Sebastián

Romería de ida de la Virgen del Prado, a la altura del vado sobre el emblemático Arroyo del Rey.

Romería de ida de la Virgen del Prado, a la altura del vado sobre el emblemático Arroyo del Rey. / fotos: j.m. brazo mena

La imagen de la Virgen del Prado ha sido trasladada en una primera romería de ida hasta Higuera de la Sierra, para los cultos anuales del mes de mayo. La Patrona fue portada a hombros en su refulgente camarín de plata por los romeros, acompañada de caballistas, carriolas y coches de apoyo por el carril de Los Chaparrales, un camino privado de doce kilómetros que recorre los montes y dehesas desde la ermita del Prado hasta la bella localidad onubense.

Así, después de celebrarse una misa en la capilla, donde estuvieron presentes romeros de la Hermandad de Nuestra Señora del Prado de Sevilla, con sede en la iglesia de El Salvador, y tras una jornada de convivencia en el campo, la Virgen salió hacia Higuera a las 17:00 para atravesar por el vado el emblemático Arroyo del Rey y recorrer el sendero de Los Chaparrales. Su entrada en la localidad se realizó por el barrio de San Antonio cinco horas más tarde, donde fue recibida por cientos de vecinos.

La imagen regresa a su ermita el 27 de mayo, fecha elegida para la segunda romería

Una vez en Higuera de la Sierra, los cultos en honor de la Patrona comenzarán el 11 de mayo con la novena en la parroquia de San Sebastián, ejercicio que culminará el 20 de mayo con la función principal de la Virgen al mediodía, y la procesión de la imagen por las calles de la localidad a las 20:00. El cortejo contará con el acompañamiento musical de la banda de Higuera de la Sierra, dirigida por el maestro Matías Fernández.

Después de tres semanas en el pueblo, la Patrona será devuelta hasta su encalada ermita del Prado en una segunda romería, que se celebrará el 27 de mayo. Para esta peregrinación, la salida de la Virgen desde Higuera está prevista a las 9:00 tras la misa que se celebrará en la iglesia, y después de realizar un recorrido urbano será despedida por los vecinos en el barrio de La Fontanilla. La comitiva se adentrará en el carril de Los Chaparrales y llegará a la capilla sobre las 13:30.

Los orígenes de esta tradición mariana se remontan, según la leyenda, a los albores del siglo XIII, cuando un pastor que guardaba su ganado en El Prado encontró una imagen pequeñita de la Virgen al pie de una encina, figura que tomó como una muñequita y que guardó en su zurrón para trasladarla al pueblo como regalo. Pero al mostrar su hallazgo, la imagen había desaparecido, por lo que en el lugar de la aparición se erigió la primera capilla en el Prado, donde desde entonces se le rinde gran culto.

Así comienza esta devoción mariana, en la capilla del Prado, edificio de estilo rural que fue reconstruido en la segunda mitad del siglo XVI. De la Virgen se encargaba el ermitaño, que residía en las habitaciones de la fachada sur del recinto mariano. De este popular personaje ya se tiene constancia en el año 1700, según cuenta Domingo Fal Conde en su obra La devoción a Ntra. Sra. del Prado. Desde antiguo paseaba todos los domingos por el pueblo una pequeña imagen de la Patrona y visitaba todas las casas para pedir limosna, ya que vivía de la caridad de los vecinos.

Con la constitución de la Hermandad de la Virgen, a mediados del siglo XIX, continuó la devoción a la Patrona en los tiempos modernos y se situó las fiestas en torno al día de la Encarnación, el 25 de marzo, fecha en la que se celebra la misa del Prado en la ermita, donde se acercan cientos de romeros cada año y cuando también se elige al mayordomo que presidirá las fiestas del año siguiente. Cantes y bailes de la tierra al son del tamboril y las guitarras, junto a la tradicional empanada higuereña, aderezan la jornada campera.

Sobre la existencia de la primitiva imagen de la Virgen, según Fal Conde, no existen documentos escritos hasta mediados del siglo XVIII, cuando queda constancia de una de las restauraciones. Un siglo más tarde intervino en la reparación de la imagen el escultor Pizarro y tras quemarse en un incendio, en 1925, fue recuperada por Galiano. La última mejora de la Virgen la llevó a cabo en 1949 el ilustre imaginero higuereño Sebastián Santos Rojas, en su estudio de Sevilla.

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