Todo está en tí | Psicología y salud

Procrastinar: Dejando las cosas para mañana

  • La procrastinación es un problema de gestión de las emociones. sobre todo, los estados de ánimo

Procrastinar: Dejando las cosas para mañana

La procrastinación no se debe a ser una persona perezosa o que no sepa gestionar su tiempo, es un problema a la hora de gestionar nuestras emociones, sobre todo las emociones y estados de ánimo negativos generados por las tareas que posponemos: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más.

Cuando tenemos que hacer algo, como cambiar la ropa de temporada, mandar un informe al jefe, ir al gimnasio, estudiar... y ese algo lo posponemos, nos vamos a sentir mejor y aliviados a corto plazo, ya que estamos huyendo de las emociones que nos generan dichas actividades pendientes. Pero a largo plazo, las consecuencias de posponer dichas actividades nos pueden suponer el despido o amonestación en el trabajo, suspender el examen, no estar en forma...

Lo curioso es que procrastinamos para evitar sentimientos negativos, pero terminamos sintiéndonos aún peor, y este tipo de comportamiento se va convirtiendo en un hábito crónico.

Efectos negativos

A largo plazo, el hecho de dejar las cosas para después y que se acumulen tiene unos efectos negativos que perjudican nuestra salud mental y física. Entre estos efectos está el estrés crónico, la ansiedad, la baja autoestima por la sensación de no eficacia, problemas gastrointestinales, hipertensión, cardiopatías, migrañas, entre otras.

Las causas de por qué dejamos las cosas para mañana cuando las tenemos que hacer hoy son varias:

  • El perfeccionismo. Esa autoexigencia a querer hacerlo extremadamente bien algo que esté “perfecto”, que cumpla las altas expectativas que me he propuesto para mí y que lo vean los demás. Pero ese miedo a no llegar a ese nivel termina generando unos niveles altísimos de ansiedad. Esto se traduce en que cuando me surja una actividad y me asalte el deseo de perfeccionismo, voy a postergarla a mañana o el mes que viene para no sentir esa ansiedad y me pongo hacer otras actividades más gratificantes a corto plazo.
  • Sentirse saturado, “yo puedo con todo”. Querer hacer muchas cosas a la vez con rapidez, hace que no sepamos muchas veces por dónde empezar y que por mucho que hagamos, nunca parezca suficiente. Cantidad de pacientes vienen a consulta y comentan sentirse muy cansados con la sensación de no hacer nada en el día. “Si no hago casi nada, cómo puedo estar tan cansado”. Y es todo lo contrario: han estado haciendo demasiadas cosas durante mucho tiempo, lo cual les lleva a estar agotados, y ante esas emociones de cansancio, frustración e impotencia empiezan a dejar de hacer cosas y procrastinar.
  • El autoengaño. Con pretextos como “no me encuentro del todo bien, haré otras tareas que requieran menos esfuerzo, lo haré cuando esté mejor”. “Ahora no estoy muy inspirado, mañana lo estaré”. “Dejo esta tarea para el final mientras tengo otras tareas que puedo terminar”.
  • Miedo al fracaso. Cuando se vive el error o fallo como fracaso y no como aprendizaje, la persona suele anticipar que no lo va a conseguir y lo abandona. Esto suele ser muy habitual en opositores: “para qué voy a estudiar si no voy aprobar”; entonces postergan la hora de estudiar. Esta situación se da mucho en los casos de pruebas, ya sean académicas, de trabajo, ante una selección, una preparación para subir de categoría, un proyecto. Se pospone y se deja de hacer porque “total, no lo voy a conseguir”.
  • Necesidad de refuerzo inmediato. Hay ocasiones en que en la tarea a realizar, el refuerzo o satisfacción no es suficiente o inmediato; entonces elijo hacer otra que sea inmediata y gratificante. Por ejemplo, quedarte en el sofá viendo una serie de Netflix antes que hacer una presentación de un informe de tres folios para el trabajo.
  • La tarea que vamos a realizar es ¿desde la obligación o desde la elección? Hay actividades que realmente podemos elegir hacer o no, y otras que, sí o sí, hay que hacer. Cada vez que nos proponemos hacer algo, si es por obligación, propia o por cubrir las expectativas de otros, y no es por elección, vamos a dejar de hacerla. Lo que nos propongamos hacer debe de ser por elección y no obligación. Si voy a ir al gimnasio desde la obligación, dejaré de hacerlo. Si quiero ponerme a dieta pero porque “me han dicho que debo ponerme a dieta”, no solo la dejaré sino que comeré el triple. Igual ocurre con tareas del día a día: hay que pensar y decidir qué elijo porque a largo plazo me va a suponer un mayor bienestar físico y mental.
  • El circulo vicioso de la procrastinación. Hay una falsa seguridad en que una tarea nos llevará poco tiempo y para la que, además, queda mucho. Al creer esto ponemos excusas para justificar que no estamos realizando la tarea por culpa de otras razones. Al posponer empiezan a surgir las emociones negativas, esa incomodidad de agobio o sensación de prisa por tener que terminar la tarea. Y por último es la distracción, tratando de calmar esa incomodidad realizando otras actividades.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios