Semana Santa

Salvar la cuaresma

El Señor Cautivo expuesto a la veneración en la parroquia de San Francisco de Asís.

El Señor Cautivo expuesto a la veneración en la parroquia de San Francisco de Asís. / HUELVA INFORMACION

Llevamos ya algunos días de esta cuaresma tan atípica y distinta, pero, sobre todo, entristecida por la certeza de que terminará en una Semana Santa sin estaciones de penitencia, sin celebraciones en la calle y sin el entramado cofrade que celebra la pasión, la muerte y la Resurrección del Hijo de Dios, que es núcleo y fundamento de la fe de los cristianos.

El culto en nuestros templos no se ha interrumpido, aunque algunas hermandades hayan decidido no realizarlo o lo han aplazado a mejores fechas. La responsabilidad nos mueve a todos a saber qué es lo mejor, por lo que, aún con los aforos limitados y la asistencia de pocos hermanos, se ha podido venerar a nuestros titulares y, cumpliendo las reg

las, se está ofreciendo el culto establecido, intentando que al menos en eso, sea una cuaresma normal.En estos días he escuchado la expresión “salvar la Semana Santa”, igual que se usó lo de salvar la Navidad, aunque el sentido con el que se ha dicho tenía más que ver con lo económico y turístico que con lo cofrade y espiritual. No sé lo que significa “salvar” ni si vamos a tener Semana Santa o no, que la tendremos, con más o menos movilidad. Pero sí me llama la atención que nadie hable de “salvar la cuaresma”, expresión que me parece más necesaria, para que los cofrades intentemos redescubrir, mucho más en este tiempo, lo que significa este espíritu de preparación y vivencia, previo a la Pascua.

Esta nueva realidad nos está permitiendo descubrir lo que tenemos para darle el valor que siempre ha tenido, pero que con el uso se había perdido. La cuaresma había quedado como un tiempo entre el carnaval y la semana santa, un tanto anónima y como transición. Ahora, que no ha habido ni lo uno ni lo otro, nadie nos podrá quitar el que vivamos la cuaresma con toda su intensidad, redescubriendo el valor de este tiempo de culto y de profundización en el misterio cristiano.

Además del culto a nuestros sagrados titulares, además de los ejercicios de piedad y devoción personales y los que podamos hacer en hermandad, la cuaresma nos ofrece tiempo para la limosna, que será compartir lo que somos y lo que podemos ofrecer a los demás. Nos ofrece tiempo para la oración, tan necesaria siempre para llevar un compromiso cristiano auténtico y nos permite ejercitarnos en el ayuno de todo aquello que nos sobra, que impide que Dios reine en nuestras vidas.

Es tiempo de penitencia, dejando a un lado la indiferencia y la frialdad que nos provoca la situación que estamos viviendo. Es tiempo de tomar la cruz venciendo el miedo que se ha instalado en la conciencia de nuestra sociedad. Es tiempo de vencer la pereza que como una tentación nos está llevando a posturas de alejamiento y abandono de nuestros templos y compromisos de fe. Aún estamos a tiempo de salvar la cuaresma.

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