obituario

Manuel Roméu, entregado siempre a Huelva

  • Presidente de la Peña Flamenca y hermano mayor de la Cinta y de la Buena Muerte

Manuel Roméu ante la imagen de Nuestra Señora de la Cinta.

Manuel Roméu ante la imagen de Nuestra Señora de la Cinta. / H. I.

Manuel Roméu Martín nos deja un gran legado, le encontraremos siempre en cualquier parcela que repasemos de la Huelva a la que tanto amó y dedicó su vida. Inquieto, servicial, siempre con una sonrisa y ganas de trabajar, persona de muchos retos en tantos campos abiertos en esta ciudad en la que supo encontrar su belleza y tantos valores que nos unen. Amar a Huelva sobre todas las cosas.

En lo personal, fue ejemplar esposo, padre, abuelo y bisabuelo; dedicado por completo a su familia, con un esmerado y delicado cariño en estos últimos años a su esposa Manoli.

Su última etapa de servicio ha sido hasta ahora como presidente de la Peña Flamenca de Huelva, que en este tiempo en el que los cantes de Huelva han sido declarados Bien de Interés Cultural, sabía de lo difícil de la supervivencia de entidades que son sus baluartes y necesitan de una mano amiga para continuar promocionando los cantes. Un servicio también prestado como secretario de la Federación Andaluza de Peñas Flamencas.

Este afán de disposición marcó siempre su vida y estuvo muy presente en ello iniciándose en hermandades como la de la Patrona de Huelva, la Sacramental de San Pedro, en Pasión, la Borriquita y en la Buena Muerte. Ese largo caminar le llevó a pertenecer como hermano en otras cofradías no sólo onubense, sino de la provincia y de otros puntos de España.

Le tocó vivir ese periodo nada fácil de las cofradías que en los años setenta del pasado siglo constituían una incertidumbre para el mundo cofrade. Sin embargo, son de los que se ilusionaron con ese reto y trabajó codo con codo con esa generación de onubenses que no sólo ha permitido legar una Semana Santa de la que hoy nos sentimos orgullosos, sino de afianzar su solidez en la sociedad y en la Iglesia onubense, haciéndola presente en ella desde el respeto y la consideración de todos.

Hoy cuando vemos esta Semana Santa de la que presumimos, se le debe en buena parte a personas como él que lo dieron todo, que no se agotaron, sino que buscaron siempre la luz para ir dando pasos. Ese empeño de trabajo por el conjunto de las hermandades lo canalizó en el Consejo de Hermandades, donde ocupó diferentes puestos de responsabilidad. Hoy es justo que las nuevas generaciones tengan ese tributo a la memoria de personas como él y estamos convencidos de ello pues su pérdida ha sido muy sentida en el mundo de las cofradías.

Llegó a ser un brillante hermano mayor de la Hermandad de la Buena Muerte, abriendo el camino para que su cofradía agustiniana volviera a sus orígenes en la iglesia de Santa María de Gracias.

Su perfil polifacético le hizo cantor y poeta de nuestras cofradías, pregonero de la Semana Santa en dos ocasiones, en la última vez con un sentido pregón dedicado a su nieto en cuyas manos iluminaba el futuro de la Semana Santa. Igualmente pregonó y exaltó a todas las hermandades más allá de nuestra propia ciudad. La poesía cofrade le salía a borbotones de sentimientos y de experiencias.

La amistad fue siempre una de sus claves en este mundo a veces tan difícil de la Semana Santa y su grupo de amigos, como de familia, era los de la tertulia Los seises.

Amante del flamenco le pudimos escuchar algunos cantes y en especial saetas a imágenes de su devoción. Su afición a la música le llevó a pertenecer al Orfeón Onubense y se adentró en otros campos artísticas como la pintura.

Igualmente se preocupó en la difusión de la Semana Santa y durante muchos años fue indispensable colaborador de las páginas cofrades Pórtico de Semana Santa en Huelva Información, con reportajes, entrevistas y artículos de opinión.

Las paredes de su casa están repletas de pergaminos de reconocimiento y vitrinas con placas de agradecimientos permanentes por muy distintas hermandades e instituciones. Le avalan cerca de un centenar de pregones.

Huelva siempre en su horizonte. Más allá de las hermandades fue una persona muy activa, le apasionaba el Recre y ya tenía renovado para la próxima temporada su carnet de socio, el número 60.

Los toros eran una de sus grandes pasiones, no se perdía una corrida en el coso taurino de Huelva, siempre cercano a su recuerdo de su primer barrio, el de Las Colonias, donde los niños aprendían a jugar al toro y a correr por los cabezos del Conquero.

Su vida profesional transcurrió durante casi medio siglo de vida en el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Huelva, donde le reconocieron su dedicación con el título de colegiado de honor.

Tantos servicios a la sociedad onubense le llevó a recibir el Onubense del Año que concede Huelva Información por votación popular.

Su máxima pasión fue la Virgen de la Cinta, a la que le dedicó su vida y durante 44 años perteneció ininterrumpidamente a su junta de gobierno en muy diferentes cargos que culminó como hermano mayor en dos mandatos, de 2005 a 2014.

Su trabajo, dedicación y esmero le hacen un referente de la hermandad de la Patrona de Huelva, incansable propagador de su devoción, vivió activamente su coronación canónica que culminó con la visita del Papa San Juan Pablo II. Pero, igualmente, supo del día a día en el santuario, pendiente de hasta el más mínimo detalle, así hoy sus paredes encaladas y los jardines con aromas de jazmines recordarán su presencia entre nosotros, de quienes lo tuvimos de maestro y, sobre todo, de amigo.

Un cofrade y cintero, onubense cabal cuya memoria iluminarásiempre el cielo del Conquero eterno de Huelva.

Descansa en paz, amigo.

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