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Ramón Gil Fernández: Ingeniero, panadero y muy buena persona

  • Creó una cadena de establecimientos bajo la marca 'Pangil', que tanto éxito tuvo y, pese a ello, nunca se el subió a la cabeza su triunfo empresarial

Ramón Gil Fernández.

Ramón Gil Fernández. / M. G.

Otra vez me han preguntado por la calle si para mí todo el mundo es bueno, porque de todas las personas que traigo a esta galería nunca hablo mal de nadie. Y es cierto, es que no tengo ningún amigo malo. Cada uno a su manera tiene unas virtudes y las hago resaltar. Así es el caso de mi buen amigo Ramón, al que conocí en nuestra época escolar en el Colegio Francés y que hoy, algo más de 60 años después, seguimos siendo amigos y de vez en cuando seguimos reuniéndonos. Y no solo él, sino también otros amigos que también fuimos compañeros en las aulas de aquella vieja Escuela Francesa como Juan José García Patiño, Antonio Medel, Rafael Mojarro o el recientemente fallecido Luis Torrado, el amigo más recreativista que he tenido en mi vida y que además fundó la Peña Recreativista de Fuente de la Corcha y que nos arrastraba a todos a ir cada domingo al Estadio Colombino.

Desde que conocí a Ramón me transmitió su carácter animoso y de buena amistad. Él vivía en la Avenida de San Antonio, allí en el Conquero, donde sus padres regentaban una panadería que surtía de muy buen pan a toda esa parte de la ciudad. Su padre, Ramón Gil Cruz, y su madre, Manuela Fernández Simal, eran ambos de Huelva y tuvieron dos hijos: el propio Ramón, que nació al finalizar el año 1951, y su hermana Manoli.

Él ya destacaba en el colegio como buen futbolista y por eso nuestro profesor de Educación Física, el recordado don Manuel Mora Bayo, lo fichó para uno de los equipos del colegio, el Plus Ultra, con tan mala suerte que cuando se preparaban para jugar unos campeonatos juveniles en Ciudad Real, se fracturó un pie y no pudo jugar con gran dolor de su corazón. Recuerdo perfectamente a Ramón con la pierna escayolada jugando y corriendo por el patio del colegio. Él recuerda que su infancia en aquel centro y con aquellos compañeros era muy bonita y no se olvida de aquel magnífico plantel de profesores y profesoras, empezando por Madame Ivonne Cazenave, doña Carmen Solís, Pilar Gayango, Matilde Medel, Manolita Rodríguez, don Juan José Orta, don José Jiménez y tantos otros que nos dieron una enseñanza que nos sirvió para poder después hacer estudios universitarios. Así, nuestro amigo Ramón estudió Ingeniería, aunque él prefirió dedicarse a la industria del pan, algo que desde pequeño aprendió de su padre y de esa forma le daba descanso a la generación anterior.

No pudo hacer el servicio militar porque aquella lesión del pie que no se cuidó en su momento le pasó factura. Al poco tiempo se hizo novio de una simpática y guapa chica de Punta Umbría, Rosa María Hernández Maraver, hija de un armador de buques de pesca y nieta de un activo miembro que luchó por la independencia de este pueblo y a los cuales yo conocí. La boda se celebró en el Santuario de la Patrona de Huelva, la Virgen de la Cinta, el 2 de mayo de 1977. Su padre fue concejal del ayuntamiento y tuve una buena amistad con él; y su madre, una persona muy conocida de la sociedad puntaumbrieña. Del matrimonio de Ramón y Rosa nacieron dos hijos encantadores: Ramón y María. Él muy buen economista y ella dedicada a la familia.

Con el tiempo, la pequeña panadería de sus padres no fue suficiente para las ideas empresariales que tenía Ramón. Por eso se puso a buscar un lugar en una zona amplia de Huelva y me llamó para que le ayudara a buscar y hacer un levantamiento topográfico donde encajar su proyecto. Después de algunos intentos por fin se decidió por el que creyó mas oportuno, teniendo en cuenta muchos factores, principalmente el sanitario, ya que los vientos de Aljaraque eran los más favorables desde el punto de vista saludable para una industria como la que pensaba instalar.

Y cuando vimos construir aquella nave a todos nos dejó maravillados, porque no fue una panadería al uso, fue algo muy especial, ya que se hizo con una flota de camiones que iban a llevar el pan diariamente por toda la provincia e incluso a la vecina Portugal. Creó una cadena de establecimientos bajo la marca “Pangil”, que tanto éxito tuvo.

A pesar de todo, a Ramón nunca se le subió a la cabeza su triunfo empresarial y siguió y sigue con la misma sencillez de toda la vida. Esa es una de las características de una buena persona. Y además Ramón es cariñoso y muy amigo de sus amigos.

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