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Gente de aquí y allá: Antonio José Vázquez Parra, Antonio 'el del Estanco'

Antonio José Vázquez Parra.

Antonio José Vázquez Parra. / M.G. (Huelva)

Antonio nació en 1937 en la bonita población extremeña de Zafra, donde vivió con su padre hasta los 6 años. Nació en plena Guerra Civil y su padre, que era comerciante, sufrió, igual que tanta gente, los ataques del otro bando y le prendieron fuego a las tiendas que tenía, por lo que decidieron trasladarse a vivir a Huelva.

Zafra es un pueblo cargado de historia de árabes, de judíos y de cristianos. Está muy ligado a Huelva y es muy bonito y entrañable, con sus preciosas plazas, la grande y la chica, unidas por un pilar que tiene grabado “una vara de medir”, signo inequívoco de su pasado comercial; y las simpáticas calles Huelva y Sevilla, tan ambientadas y llenas de tiendas.

Antonio llegó a nuestra ciudad con solo 6 años y Ricardo Vázquez Llera, que era el hermano de su padre, también tenía comercios en la capital onubense y les ayudó. Pero como Antonio era todavía pequeño, empezó a ir al colegio Francés, del que guarda un grato recuerdo, sobre todo de doña Carmen Solís, con la que tantos niños de Huelva aprendimos las primeras letras.

Al final de la calle Ancha, ya aquí en Punta Umbría, en el último tramo cerca de la Torre Almenara, montaron un estanco. Y allí empezó a trabajar, pero él era un joven muy inquieto y no paraba de inventar negocios. Llegó a tener un puesto en el mercado de abastos, montó una tienda de artículos de playa en uno de los edificios Everluz. También instaló una droguería y vendió a todos los comercios del pueblo, a los que repartía todos los enseres propios de limpieza.

Pero a pesar de todo el trabajo, tuvo tiempo para su diversión y entretenimiento e instaló un gimnasio especializado en boxeo, gracias a la gentileza de Gabriel El Trini, que le cedió una casa de su propiedad donde él también practicaba este deporte que tanto auge cogió en esa época, en la que se organizaban muchas veladas en la Plaza Pérez Pastor, en el cine Saltés y, más tarde, en el Polideportivo Antonio Gil Hernández.

Antonio se casó con Pilar Barrera, que le ayudó mucho en todos los negocios. Ella era una gran mujer que llevaba su casa y sus hijos y aún tenía tiempo para trabajar en los negocios que abría su marido. Tuvieron tres hijos, con los que me une una bonita amistad. El mayor, Raúl, es licenciado en Historia; Inma, que es guapísima, es la segunda. Y por cierto, su hijo menor, Hugo, acompañó a su abuelo en nuestro encuentro y me causó muy buena impresión por su educación y saber estar. Y el tercero, Antonio José, es licenciado en Derecho ejerció la abogacía durante un tiempo, primero con la magnífica letrada Otilia Martina Sánchez Luengo y después con otros dos compañeros que montaron un despacho aquí en Punta Umbría, hasta que se dedicó, junto a sus hermanos, a regentar otro estanco en Punta Umbría.

Antonio siguió montando todo lo que se le ocurría con varios socios. Uno de ellos fue Ángel Vizcaíno pero, a decir verdad, nunca tuvo gran éxito en los negocios. Incluso se fue a trabajar un año a Alemania a una fabrica de plásticos. Por fin el estanco y la administración de loterías se trasladaron a la Avenida de Andalucía, que es donde continúa en la actualidad, con bastante clientela tanto en invierno como en verano. Él tiene muchas anécdotas que me contó, pero la que más gracia me hizo fue cuando un señor de fuera vino a comprar lotería y no le gustó ningún numero y le dijo: “Claro, los números bonitos los guarda usted para sus amigos”, como si los bonitos fuesen a tocar y los feos no.

En la actualidad, Antonio, después de una vida llena de actividades y ya jubilado con sus 86 años a las espaldas, se dedica a disfrutar con sus hijos y sus 8 nietos. Incluso su hijo Raúl, a pesar de su juventud, ya tiene un nieto, por lo que le ha dado un bisnieto. Antonio sale casi todos los días a dar un paseo por la puntaumbrieña Barriada de San Sebastián. Ya no puede ir, por sus molestias en las piernas, a ver a su Recre, del que ha sido socio y disfrutado mucho durante muchos años.

Hablamos de muchos de sus amigos, algunos que ya no están, pero otros sí. Y recuerda con mucho cariño a Enrique Olaya, Paco Ledesma, José Luis Miró y Alberto Díaz Brito, “Alberto el peluquero”, con el que habla casi todos los días por teléfono y pasan un buen rato charlando.

Antonio es una persona muy entrañable y sus hijos, con los que hablo mucho, lo adoran. ¡Qué mejor premio para un padre!.

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