Normalizar el linchamiento

Pablo Iglesias acaba de traspasar un umbral inaceptable en una sociedad democrática. Una táctica habitual en personajes como Trump o Bolsonaro

El vicepresidente del Gobierno acaba de "naturalizar" el insulto a los periodistas como una fórmula de expresión que hay que aceptar, fundamentalmente en las redes sociales, como contrapartida al ejercicio de una profesión que les permite una proyección pública. Pablo Iglesias solemnizó esta insólita declaración desde la sala de prensa del Palacio de la Moncloa y Ciudadanos ha decidido trasladar a la UE esa "campaña de acoso".

Las veleidades del dirigente de Podemos con los medios de comunicación vienen de lejos. Puede quejarse de que, desde su irrupción, su formación política ha sido escrutada al milímetro. Entre otras razones porque sus fidelidades a regímenes claramente dictatoriales forman parte de su ADN original y son muchas las sombras ante algunos servicios prestados. Puede esgrimir que existen instrucciones judiciales en marcha por la supuesta fabricación de falsos informes sobre su financiación, con el ánimo de sabotear sus expectativas electorales. Y puede denunciar la posible connivencia en estas farsas de algunos medios y, por supuesto, también periodistas. Pero Iglesias acaba de traspasar un umbral inaceptable en una sociedad democrática. Una táctica que ya emplean personajes como Trump o Bolsonaro. Señalar a informadores, como por ejemplo ha hecho el portavoz de Podemos en el Congreso, Pablo Echenique, y normalizar el posible linchamiento que sufrirán con su mediación muestra un escaso rango de catadura moral y su falta de respeto por la libertad de información.

Un conocido adagio dice que no hay mejor defensa que un buen ataque. Con la agravante de que se hace desde el poder. Y ésa es la fórmula empleada por los dirigentes morados al producirse un giro en el llamado caso Dina, la investigación por el robo del móvil con información comprometedora de una ex asesora de Iglesias. Un asunto en el que éste se personó como perjudicado, condición que ha perdido al abrirse demasiadas interrogantes sobre su papel en este turbio suceso. El problema es que el intolerable pronunciamiento de Iglesias compromete al Gobierno, por más que algunos ministros y el propio presidente quieran marcar las distancias.

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