Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

La voz de Rocío

Rocío Márquez representa la medida exacta de la Andalucía que merecemos los andaluces y los que piensan que no lo son

Me dijo que tenía "un concierto el miércoles" y resultó que el concierto era en el Teatro Real con Bernardo Miranda y otros grandes del flamenco. La excelencia, cuando es tal, tiende a teñirse de oficio; y la diferencia estriba, claro, en la calidad y el amor por lo que se hace, lo que mantiene intacta su condición de argumento moral al menos desde Kant. Cuando pienso en la Andalucía que prefiero, la que me gusta reivindicar y la que me concede una cierta identificación personal, todavía, a estas alturas, pienso en Rocío Márquez. Su voz al cante es un monumento a la raíz y, al mismo tiempo, una casa en la que cabe todo el mundo y en la que nadie es de fuera. Y así deberían ser todas las casas. Pero la admiro más, todavía, por la manera en que espanta cualquier atisbo de piedad de pobrecitos, ésa que en Andalucía cunde más que las castañas en octubre. Rocío habla y canta sin ocultar sus maneras de mujer culta, ambición intelectual y cómplice de la disciplina que entraña cualquier actividad artística que se precie de serlo, incluida (y de qué modo) la formación académica; nada de dones del cielo, ni de ángel ni de arte en las venas. Olvídense de duendes: aquí hemos venido a estudiar, a trabajar y a ganarnos con mucho esfuerzo lo que nos corresponde. Por eso, el éxito de Rocío Márquez no sólo me alegra. Más aún, me reconcilia.

Si de señalar evidencias se trata, sólo se puede admitir que una sociedad que alumbra un coraje como el de Rocío Márquez, capaz de poner en pie un milagro de la música contemporánea como el Firmamento facturado con Proyecto Lorca o una revisión tan admirable del barroco andaluz como los Diálogos de viejos y nuevos sones de la mano de Fahmi Alqhai, con la misma verdad a la hora de cantar el Romance a Córdoba de Pepe Marchena y de arrimarse al calor de The New Raemon, no merece ser tildada de aprovechada, atrasada, supersticiosa, marchita ni cegata. Pero desde Sócrates viene quedando más o menos claro que incluso los fervientes demócratas prefieren dirigirse al coraje con cicuta antes que con voluntad de aprender: tampoco a los astrofísicos que descubren exoplanetas y supernovas en los observatorios astronómicos andaluces los veremos mucho en Canal Sur. Y sin embargo, Rocío representa la medida exacta de la Andalucía que merecemos, los que somos andaluces y los que piensan que no lo son. Porque si algo nos enseña su cante es que las fronteras no sirven ni sirvieron para nada.

Por lo mismo nos ofrece Rocío Márquez señales de la distancia que separa a la mejor Andalucía de su clase política. Se llama talento. Existe. Y es nuestra esperanza.

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