Viernes de Dolores

11 de abril 2025 - 03:08

Quizás a usted se le pongan los pelos de punta cuando llega este día y puede que ya tenga preparado el itinerario de las cofradías, previsualizadas las esquinas, y sólo cuenta los segundos para ver cómo el azahar de los naranjos se mezcla con el incienso, con el sonido del llamador martilleando el tiempo, con los sones de las marchas, y con las imágenes que procesionan representando popularmente las últimas horas de Jesús de Nazaret. Puede que haya engalanado su balcón, y que tenga planchada y colgada la túnica, lista para la hora citada en el templo correspondiente.

Quizás solamente siga la corriente de esta semana, y ya que el entorno cambia, pues allá que vamos. Cómo si de un deporte pedestre urbano se tratara y de camino alguna paradita reponedora para un pestiño o una torrija, que es lo que toca. Quién dice uno dice media docena, hasta puede que se atreva con alguno de los neoformatos del universo torrijil, pues el concepto de la tradición ni le va ni le viene. Una semana vuelta al Barroco pero sin jaleos ni agonías. Un complemento, un suplemento. Sí llueve tampoco habrá traumas ni llantinas.

Puede, por otro lado, que a usted estos días simplemente signifiquen una oportunidad para moverse, para ir a la playa, a la sierra , o viajar lo suficientemente lejos como para perder la red wifi y hasta confirmar que mantiene activo el roaming. Desconectar. Le da igual que esta semana se apellide santa o blanca, la cuestión es que da para cambiar el paisaje, el paladar y hasta la cama. De aquí a allí. Y lo que suceda por estas calles serán recuerdos de otros. En la memoria de almacenaje de su teléfono no habrá ni un solo candelabro de cola, ningún labrado orfebre que pasee a golpe de costal. Todo será ajeno al día a día.

Y cualquiera de estas opciones me parecen perfectamente válidas y vívidas. Se conforman con respeto, lo que una sociedad sana debe ser; posibilitar el cauce de la convivencia. Convivir: vivir con. Una adaptación a las distintas realidades sociales, a las necesidades de cada uno de los grupos que la integran. Por eso, lo que no aguanto es la queja por la queja de los que se quejan porque simplemente no. Por bandera. No quieren convivir. Es más, no quieren vivir. No puede molestar lo que sucede unas horas al año, que no es de obligado cumplimiento, y que, sin lugar a dudas, no hace daño a nadie. Si es usted de este grupo, hágaselo mirar. Disfrute un poco, no tuerza el morro y no se moleste. Porque se está creando su propio viernes de dolores.

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