QUE según sea, si estás cercano o no al pensamiento de los que gobiernan las hermandades, pues así te tratan. Es una práctica habitual en el mundo cofrade. Bueno creo que, por desgracia, es en todos los órdenes de nuestras vidas. Si estás con los que se encuentran al frente de las mismas y les das la razón, aunque no la lleven, pues miel sobre hojuelas. De lo contrario, te ofrecen desprecios, ya no eres 'amiguito' y como puedan hasta intentan expulsarte de la hermandad. ¿Por qué?, pues por la sencilla razón de que mientras se está en lo más alto algunos creen que la sintonía hacia ellos debe ser plena y que, si estás en la oposición, practiques la trilogía de los monos: no ver, no oír, no hablar. Pero no se crean que es más culpable el que está al frente. Que va. Son más culpables quienes los rodean, porque a sabiendas de que lo que se está haciendo no es lo más beneficioso para la hermandad, lo consienten por esa creencia ciega por parte de esos incautos que eliminando a algunos se creen que ellos son más importante y más 'necesarios'. Son los aducidos o los que se dejan aducir. Son capaces, con tal de mantener los cargos o contentar al hermano mayor de turno, que se rompan familias, amistades añejas, que la propia hermandad caiga en la más profunda división o que las casas de hermandad se conviertan en unos páramos donde el único fruto que se recoge es el de la soledad, la incomunicación y el bloqueo a lo que debe ser una verdadera vida de hermandad.

Que el gobernar de una hermandad no es fácil, es más que elocuente. Sobre todo cuando todos nos creemos que llevamos la razón y sacamos a relucir el 'hermano mayor' que llevamos dentro. Pero tampoco es fácil para los que están fuera, para los que una y otra vez hacen ver con argumentos fundados y sólidos a los que gobiernan que se están equivocando. Y es entonces cuando el derecho a discrepar va indisolublemente unido a la trilogía de los monos. Pero si algunos supieran que de lo que se discrepa fuera es a menudo porque son algunos de dentro los que te hacen ver, interesadamente por cierto, los despropósitos que se hacen internamente, a más de uno se les caería la venda que les impide ver cuál es la realidad y no las que otros les hacen ver con el único fin de conseguir sus egoístas propósitos. Por otra parte, no hay que olvidar, que muchas de las divisiones que se producen en las hermandades lo son porque más de un director espiritual no asume plenamente la responsabilidad que tiene. El no preocuparse ni tomarse el más mínimo interés en asumir esas obligaciones que el cargo conlleva, son causas de enfrentamientos entre cofrades que no deberían darse si esos responsables espirituales buscasen la unidad, la concordia y la justicia donde hay todo lo contrario.

Siempre diré hasta la saciedad que la crítica, siempre que no se ofenda, no se insulte o no se mienta, es sana y necesaria. Y, por eso, en el libre y democrático derecho que tenemos en este país, la libertad de expresión debe estar por encima de cualquier trilogía de los monos que el poder te quiera imponer. No se puede caer en el enorme error de que se es el dueño de una hermandad por el hecho circunstancial de que durante un tiempo estás con responsabilidades de gobierno o bien ocupas cargos de confianza. Los que están al frente de las hermandades están para servir a ellas no para ser servidos y encima como si fuésemos monos.

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