¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Dicen que ha concluido el curso político. El curso sí pero la política no descansa, sigue implacable, pese a quien le pese. Y en este trance final el Gobierno ha terminado con las peores calificaciones, con los más escandalosos resultados. Puede parecer una apreciación demagógica cuando el presidente del Ejecutivo, entonaba. en una rueda de prensa en lugar de hacerlo en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía popular, con alardes gloriosos lo que sin pudor alguno calificaba de éxito su gestión. Ni un ápice de autocrítica, que es lo habitual en sus actuaciones como las de su partido – los errores los cometen los demás – y ocultando toda una larga rémora de frustraciones, fracasos y derrotas parlamentarias en medio de una persistente parálisis legislativa, pasando, como sobre ascuas por la corrupción, el caos de las comunicaciones férreas, el gran apagón, sus socios que le desprecian, le chantajean y le dan la espalda, la crisis migratoria, el procesamiento de su fiscal general del Estado – situación absolutamente inconcebible en un país democrático -, la baja productividad, el gravísimo problema de la vivienda y la incapacidad de miles de españoles para alquilar, y mucho menos comprar una casa, la ausencia de Presupuestos Generales……
En su engolado y autocomplaciente discurso, Sánchez presumió, con un énfasis desmesurado del nivel de empleo, pero nada dijo de los bajos salarios de muchos de esos empleos y la pérdida de poder adquisitivo de los españoles en general, de la cada día más preocupante tasa de pobreza, especialmente la que afecta a un 30 por ciento de los niños… El gobierno, engreído y pretencioso como siempre, que en su empeño de intervenir la información periodística ha aprobado una ley que crea un registro de medios que muchos equiparan al del franquismo, ha soportado graves reprimendas del Consejo de Europa por incumplir sus recomendaciones contra la corrupción mientras el semanario “The Economist” le reconviene pidiendo la dimisión de Pedro Sánchez y la urgente convocatoria de elecciones, tras una dura crítica.
Pero si tan boyante es la situación y todo es tan halagüeño, ¿por qué no convoca elecciones y que la ciudadanía confirme la visión idílica que Sánchez tiene de España?
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