La Cantonera

Pedro Cintado García

El pregón

Hay actos que, por determinadas costumbres, siguen los mismos e inmodificables patrones desde hace muchos años y funcionan, pero en otros están más que demostrado que no. A veces aceptamos la realidad y estamos dispuestos a cambiar para encontrar una mejora pero otras, en el caso concreto del pregón, pues no. Cuando pretendemos que las cosas sigan transcurriendo como siempre, deseando que tengan la misma aceptación que solían tener, pero sin estar dispuesto a realizar cambios, porque los que tienen que cambiar son los otros, mal vamos.

Escribo estas líneas antes de que se realice el pregón de este año y espero equivocarme pero me temo que no es un asunto de ahora sino que viene coleando desde hace tiempo y que sigue siendo una realidad. El gran acontecimiento social de los cofrades se está viendo recluido a unos definidos y determinados grupos de personas que detallo a continuación.

En primer lugar tenemos a las autoridades de las distintas y variadas administraciones que entienden este acto como una señal pública de apoyo a las hermandades y su asistencia suele ser numerosa, cosa que se les agradece.

Por otro lado tenemos al cupo nominativo que forman las representaciones de las distintas hermandades. Este público tiene el atractivo de la asistencia al posterior almuerzo de homenaje al pregonero y al menos, en esa parte del evento, tienen la oportunidad de convivir los cofrades que están involucrados en la gestión de las hermandades. No están todos los que son pero los que están, merecen todos mis respetos.

Al público fiel que solía acudir porque verdaderamente le gustaba escuchar pregones, lo hemos aburrido. Últimamente esperaba pacientemente a que llegaran los escasos minutos que se dedicaba a su hermandad y ya ni eso. Lejos quedan esas colas para conseguir retirar las invitaciones del acto más esperado de la inminente Semana Santa. Quizás el formato de tener que nombrar una a una todas las hermandades deba cambiar pero, como decía al principio, somos presos de unos inmodificables patrones que no nos atrevemos cambiar y de ahí vienen estos resultados. Dudo que este año tampoco.

Después tenemos a los asistentes que arrastra el pregonero. La familia al completo arropándolo con su cariñosa presencia, miembros de las hermandades a la que se encuentra vinculado, amistades de ámbitos cofrades, compañeros leales y curiosos de trabajo… Este público que es cambiante cada año, va a depender en su cantidad y calidad del tirón y vinculación de la persona elegida para el anuncio cofrade.

En definitiva, si tienes la oportunidad de preguntarle a alguien conocido el motivo de su asistencia, te puedes encontrar que la respuesta de casi todos los encuestados es que están por compromiso. Hagan la prueba, el algodón no engaña. Nadie se ha levantado por la mañana, se ha colocado el traje, ha desayunado leyendo Huelva Información y se ha dirigido al Gran Teatro a escuchar el pregón de ese año. Esa especie humana se ha extinguido.

No sé si también os ha ocurrido a ustedes pero la tradicional disposición de los asistentes sentados en el escenario, me causa distracción y a la vez, sentimiento de apoyo por entender lo mal que lo deben de estar pasando en el escenario, al verse observados durante todo el periodo del acto, por cientos de personas que notan cualquier movimiento extraño. Pero para qué cambiar, aunque estemos en el mundo de las mil tecnologías.

Los últimos pregoneros han hecho esfuerzos titánicos por adaptarse a esos esquemas tradicionales prefijados y han conseguido, algunos con más éxito que otros, salir del lance e incluso se han atrevido a realizar pequeñas modificaciones en el guion.

Imagino que el presidente del Consejo es conocedor de la problemática e incluso puede coincidir en alguna de mis opiniones, lo desconozco. Pero de lo que no me cabe la menor duda es de su interés por mejorar cada uno de los actos de nuestra semana mayor. De ahí la apuesta personal por el pregonero de este año.

Las autoridades acudirán y más en año electoral, el cupo nominativo de hermandades, como siempre, no fallará. Desconozco si los allegados cofrades del pregonero tendrán el interés suficiente para fletar una camioneta o dos y desplazarse para acompañarlo en ese día, descartando otras opciones en su ciudad. También desconozco si el pregonero será capaz de atraer a ese público fiel que hacía colas y consigue poner el cartel de "no hay billetes" como antaño. Ese público que abandonó el teatro y a día de hoy, durante esa mañana continúa desayunando con su periódico, viendo el acto a trozos por las televisiones locales o escuchándolo por la radio, que para eso están las tecnologías. Eso sí, en vaqueros y desde la distancia pensando en qué hacer ese día.

Si el pregonero consigue que el público asista, pondrá en valor la apuesta valiente del presidente, que optó por cambiar alguna de las estructuras tradicionales como la elección del pregonero. El aforo le dará la razón o indicará que no ha merecido la pena buscar a alguien de afuera.

Me consta el esfuerzo que el pregonero de este año está realizando para adaptarse a la estructura tradicional de nuestro pregón y de las "clases particulares" que está recibiendo para conocer y estudiar a fondo nuestras cofradías. Desconozco los motivos personales que le ha llevado a aceptar este pregón pero el domingo nos los mostrará con poderío y callará a más de uno.

Seguro que nos encontraremos ante un magnífico pregón porque es una magnífico cofrade y como ha estudiado, superará su examen con nota.

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