Hans Magnus Enzensberger, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, se refirió a "esas personas que nos sonríen desde los carteles de campaña (…) que nos aburren en las noticias diarias". Buena parte de los lectores mantendrán una visión parecida ante la saturación de manifestaciones políticas, con frecuencia maniqueas, en las que se ensalza sin ningún rubor todo lo que hacen los nuestros y se ponen en la picota sistemáticamente las acciones de nuestros adversarios. Pero lo cierto es que tenemos nuevo Gobierno en España, tras una etapa de provisionalidad a todas luces excesiva, y que los ciudadanos tenemos derecho a esperar, tanto de los políticos que lo integran como de la oposición, una actitud responsable, con el foco en los desafíos a los que se enfrenta el siglo XXI, no solo nuestro país, sino la Unión Europea y la humanidad toda.

Ya desde finales del siglo XX, intelectuales lúcidos analizaban estos retos. De 1998 es la publicación La tercera vía. La renovación de la socialdemocracia, que acabo de leer por recomendación de mi nieto Álvaro. Su autor, Anthony Giddens, uno de los sociólogos más influyentes de la actualidad, propone la superación de los planteamientos del neoliberalismo y del socialismo marxista, con una profundización de la democracia, de la que forma parte el auge de los grupos de acción ciudadana. La tercera vía supone una nueva relación entre individuo y comunidad, que tendría como lema principal "ningún derecho sin responsabilidad".

Me detengo en el análisis que Giddens hace de la globalización, con su gran influencia en el tiempo y el espacio de nuestras vidas. Da por supuesto que no hará desaparecer el Estado-nación, pero determinará cambios en su configuración. Particular interés para nuestro momento político tiene su opinión sobre sus efectos en las fronteras nacionales, cada vez más borrosas, como en la Unión Europea, pero advierte que también "presiona" hacia abajo con la posibilidad de regenerar identidades locales. Cita los casos de Escocia, Quebec o Cataluña, "partes cuasiautónomas -dice- de un ente nacional mayor". Respecto a Cataluña, quiero pensar que aquí los políticos del Gobierno y de una oposición constructiva, olvidadas las posturas intransigentes, explorarán con inteligencia y sensatez las oportunidades de un diálogo abierto que arbitre fórmulas imaginativas y sensatas para resolver un conflicto candente.

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