
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Siluetas
El guarán amarillo
En una vieja película italiana cuyo nombre ahora no recuerdo, un obrero sin trabajo que vive hundido en la pobreza ve cómo se le rechaza en uno y otro puesto de trabajo, día tras día, por su aspecto desaliñado y el mal estado de su ropa. Nadie le permite siquiera demostrar su capacidad para el trabajo y se le rechaza de principio. A su mujer, desesperada, se le ocurre una solución: recorre su suburbio y, con la solidaridad de todos sus vecinos, consigue reunir un par de zapatos nuevos, el traje de un novio que acaba de casarse, una camisa blanca con todos sus botones y hasta una corbata. El obrero así arreglado acude a los mismos sitios donde antes le rechazaron para comprobar, entristecido, que tampoco así le dan el empleo y que este acaba ocupado por otro obrero, amigo del patrón, que tiene incluso menos conocimiento del oficio. La escena es desesperanzadora. El obrero y su esposa están dentro de un bucle del que no saben cómo salir.
La escena se me ha venido a la cabeza cuando se han conocido los requisitos que debe cumplir la localidad que acoja la sede de la Agencia Espacial Española. La sensación es que a algunos sitios ya les han hecho su traje a medida, independientemente de que sean los que más lo necesitan o de que reúnan las mejores condiciones objetivas para acoger esa sede. Curiosamente, se pide tener ya todo aquello que una sede como esa podría proporcionar a lugares más pobres y abandonados. ¡Qué difícil lo tienen siempre los débiles! Hagan lo que hagan, parece que nunca merecen nada. Si la idea era descentralizar entidades para conseguir una mayor justicia territorial, para crear factores de dinamización en espacios abatidos por la despoblación y el abandono, para generar elementos tractores para las economías con menos pulso, para dar empleo allí donde el desempleo es más acusado o para, en fin, proceder a un reparto más equitativo de las infraestructuras y la riqueza, ya les avanzo que así va a ser imposible conseguirlo.
Parece ser que para tener la sede de la Agencia Espacial Española hay que ser ya rico, tener buenísimas comunicaciones a un tiro de piedra, disponer ya de un entorno industrial, de servicios hiperdotados y de un impulso económico potentísimo. De este modo, al descentralizar, se recentralizará de nuevo la riqueza allí donde ya está. Por buscar unas comparativas más cercanas, es como si se dan becas solo a los estudiantes que acrediten tener ya un montón de pasta o si se piden avales gigantescos a los jóvenes mileuristas que tienen que solicitar al banco una hipoteca.
Que ya lo decía mi abuela, que al perro flaco todo se le vuelven pulgas y que el dinero llama al dinero. ¿Seguirán creciendo los que ya crecían, verán mejorados sus nodos de tecnología e, incluso, fortalecidas sus buenas comunicaciones y sus infraestructuras? Y luego, porque viste y queda muy bonito, volverán a repetirnos el mantra de "que nadie se quedará atrás" o de que "cuánto nos preocupan la desigualdad y el despoblamiento". Mentiras.
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