Me he planteado seriamente de qué iba a hablar este viernes cuatro de agosto, cuando gran parte de los lectores están de vacaciones y les importa una higa lo que digamos los columnistas o, en su caso, se han incorporado al trabajo después de haber disfrutado de las mismas, y cualquier cosa que se diga, se les va a atragantar, porque andan con el síndrome postvacacional a cuestas y no aguantan ni el vuelo de una mosca a su redor. Pero, de algo hay que escribir en el hueco donde ahora posa los ojos.Resulta alarmante el nivel de idiocia que adquirimos -como si de una pátina insalvable que moldease nuestras entendederas se tratara- en época estival, y no sólo en el solar que pisamos sino en cualquier lugar del orbe.Si uno repasa las noticias más destacadas de los medios escritos y audiovisuales de acá o de allá, resulta, que, si hubiera que extraer una conclusión holística de las mismas, el mínimo común múltiplo nos llevaría al menos, al calificativo de insubstancial. De trivialidad. De absurdas nimiedades inconsistentes. De cuestiones que no se sostendrían en cualquier otra época del año, si tuviéramos que aplicar algo de rigor a nuestro proceder.Y uno ha de preguntarse el porqué de este pasotismo colectivo, cuando hoy tenemos los mismos problemas de ayer y posiblemente también, que mañana. Sin embargo, aquí estamos. Aguantando las cada vez más altas temperaturas que muchos babiecas niegan de forma explícita; soportando a políticos de segunda fila con aspiraciones, que se han quedado de guardia y quieren conquistar Roma cada vez que enfrentan una cámara; escuchando sandeces de si el presidente se ha ido a Marruecos, cuando hubiera dado igual que se hubiera marchado a Doñana, porque del rapapolvo estival no se salva; viendo las prisas de algunos por conformar gobierno cuando el resultado de los comicios es de coco y huevo y el asunto va para largo; observando las poses y los nuevos idilios del famoseo en pelotilla viva en algunos casos, o viendo con cierta desgana cómo bajan los números de la cuenta corriente y sin embargo, seguimos montados en el tren de la apariencia. Y aquí, introduzca usted los que le dé la gana.Pero, les diré una cosa; este año, el diecisiete de agosto se reactiva todo. A partir de ahí, es cuando se va a cortar la pana. Y en un tiempo no lejano veremos, después de mucha charla, si tenemos gobierno o nos vamos otra vez a elecciones, porque, en realidad, a España lo que le sobra es pasta.

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