La esquina
José Aguilar
Tragedia grande, política pequeña
Pocas cosas esperaba con más ganas que aquella. Lo vivía con la sensación de estar asistiendo a una experiencia litúrgica, sanadora, incluso. El descanso del guerrero. Llegaba de Sevilla el viernes, subía a casa, les daba un beso a mis padres, comía o merendaba o lo que se terciara en ese momento y luego bajaba al kiosko a por el número de esa semana. Como a veces me quedaba sin él, al final acordamos, mi novia entonces y un servidor, que iba a ser mejor que lo comprara ella en cuanto saliera, con la condición inexcusable de que no lo abriera por nada del mundo hasta que yo llegara y pudiéramos partirnos de risa juntos. Había semanas en las que era prácticamente imposible encontrar un ejemplar, pero nosotros lo lográbamos siempre, así que todos los viernes, todos y cada uno durante un año y pico, fueron más divertidos (más aún) con el Noticias del Mundo. Si son muy jóvenes no sabrán de lo que les hablo, y si son muy mayores, tampoco, pero aquello no fue una publicación normal, para empezar porque nunca lo pretendió. Cada nuevo número era un acontecimiento para sus seguidores, que éramos legión.
Noticias del Mundo fue un semanario que se estuvo publicando en España entre 1994 y 1995 y que básicamente consistía en rellenar 24 páginas, luego fueron menos, a base de noticias absolutamente disparatadas. Era la versión española del Weekly World News americano, aunque con un punto cañí que quedó para la posteridad, pese a que duraron poco. Un día, pop, desapareció y de él solo quedó el esperanzador epitafio del último número, en el que se informaba de que todos los miembros de la redacción se habían largado al Triángulo de las Bermudas. No volvieron jamás, dejándonos huérfanos de su humor absurdo, delirante y, a veces, un poco bestia. Gracias a ellos supimos que Nieves Herrero era extraterrestre, conocimos a la mujer de dos cabezas, al hombre que vivía con un hacha clavada en la frente, al niño murciélago, al bebé con cara de adulto, al cirujano invidente, a la mujer de cuatro piernas, a la gallina que ponía huevos duros o al señor que decía ser padre (in vitro) de 12.310 hijos.
Era el único periódico en el que sabías con absoluta certeza que todo lo que se publicaba era mentira, pero hubo una noticia en especial que lleva años revoloteándome por la cabeza y que hablaba de un pueblo en el que todos sus habitantes, todos, tenían exactamente la misma cara. La imagen de aquella portada me viene a la memoria de manera recurrente cada vez que algo me recuerda lo mal que nos sigue yendo la feria aquí en Huelva. Que si el Ave que si la presa de Alcolea que si la carretera tal… Ya saben, todo eso, lo de siempre. Porque, aquí donde me ven tan joven y tan guapo, llevo nada menos que 27 años en este santo oficio y todavía sigo viendo en las fotos del periódico las mismas caras que cuando empecé, y me pregunto si en realidad no será esa una de las razones de esta especie de parálisis nuestra. Si no es esa nuestra maldición. Una de esas cosas increíbles, esperpénticas y hasta horribles que solo salían en Noticias del Mundo.
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