De momento me hago el muerto

El cementerio no lo ven porque está oculto por la maleza, como un templo de Angkor Wat al más puro estilo choquero

16 de marzo 2022 - 01:31

Los cíclidos centroamericanos son unos peces con muy mala leche que se hacen los muertos para zamparse a otros pececitos sin tener que andar corriendo tras ellos. Todo lo contrario hacen, por ejemplo, las zarigüeyas, que llegan incluso a segregar fluidos apestosos para que los depredadores se crean que ya están podridas y no se las coman. Hay centenares de especies de animales que fingen estar muertos por las razones más variopintas. Se quedan ahí, quietecitos, a verlas venir. Esperando el zarpazo propio o del contrario. A menudo hasta los humanos lo hacemos. Yo mismo, por ejemplo, lo hago ahora. Acabo de leer una buena noticia pero no pienso levantarme a aplaudir porque me estoy haciendo el muerto. Finjo ser una ameba, sin juicio ni criterio. Inerte hasta ver lo que pasa. Permanezco callado y vigilante, observando cómo nuestro alcalde y el obispo de la Iglesia Anglicana han renovado el acuerdo de colaboración que, al parecer, existe entre las dos instituciones para la conservación y puesta en valor del cementerio inglés de la ciudad, que por si no lo saben está ahí mismo, pegadito al de La Soledad. Lo que pasa es que no lo ven porque está oculto por la maleza, como un templo de Angkor Wat al más puro estilo choquero, porque otra cosa no sé, pero aquí a la maleza le tenemos un cariño especial, y si no, miren las escalinatas de San Pedro, tan selváticas que lo mismo te encuentras el casco de una litrona que una boa constrictor. En el cementerio británico de Huelva descansan los restos de varias decenas de ilustres ingleses que vivieron con nosotros a finales del siglo XIX. Aún no se sabe exactamente cuántos ni quiénes debido al deterioro que sufren las lápidas, y eso a pesar de que en el año 2013 el mismo Ayuntamiento nos dijo que iba a recuperarlo como parte del legado británico de la ciudad, aunque no fue hasta dos años más tarde del anuncio, ya en 2015, cuando empezaron los trabajos. Se ve que fue salir la foto y, ¡chas!, el flash se los llevó a todos, como en una abducción alienígena, hasta el punto de que nadie volvió a pisar aquello hasta el año siguiente, cuando un grupo de voluntarios echó unas horas a desmalezar aquello y limpiar algunas lápidas. Es verdad que entonces eran otro alcalde y otro partido, pero hete aquí que en 2019 ya sonó otra vez el mantra: que si poner en valor la presencia británica, que si el Barrio Reina Victoria, que si la Casa Colón, que si el Muelle Cargadero de Mineral y... ¡el cementerio inglés! Ahora, en 2022, parece que volvemos a lo mismo. A la misma casilla desde la que -pensaba yo- habíamos salido ya en 2013. Se han perdido nueve años, así que perdonen si desconfío, pero lo del cementerio británico es lo mismo que el AVE, el Túnel de San Silvestre y tantos otros proyectos vacíos. Lo mismo que tantas otras promesas al aire. Tantas mentiras. Ojalá esta vez me equivoque, pero de momento disculpen que no me levante. Prefiero seguir haciéndome el muerto, como los cíclidos, por si que hubiera que, ya saben… ñam. Darles un bocao.

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