Es hora de ponerse a escribir el artículo que saldrá mañana en prensa. Como es habitual en mí, enciendo la radio, que siempre anda sintonizada en Radio Clásica de RNE, y me dejo mecer por acordes sinfónicos. Me relajan cuando debo escribir sobre política, que es lo que suelo hacer en mis columnas y lo que se espera de mí por parte de los lectores.

Como la mayoría de los españoles, estoy harto de escuchar excusas para hacer o dejar de hacer -depende-, lo que conviene a la ciudadanía, y, sin embargo, dedicarse de lleno a los exclusivos intereses partidarios de cada formación en liza.

Y sería gustoso -que diría el Nobel Juan Ramón Jiménez- para los administrados y muy necesario para nuestros intereses, que los líderes políticos de este país llamado España, se ocupasen algo más de nuestros problemas reales y dejasen de comportarse como mequetrefes.

Que el Gobierno explicase todo lo que de positivo ha realizado, en una difícil coyuntura internacional por la pandemia y la guerra, pero, también, algunas decisiones poco o nada claras, ni siquiera para sus militantes y simpatizantes, que ha generado la desafección de muchos por la política y, como ejemplo, ahí están los resultados de las elecciones municipales y autonómicas, y la consecuencia de las mismas: la convocatoria de elecciones inmediatas antes de que el asunto pudiera ir a mayores en los próximos meses.

Que Yolanda Díaz pudiera revelar de una vez y cuanto antes, si es que ella misma lo tiene claro, qué cosa es esa de Sumar, porque el tiempo se ha agotado y no va a ser fácil ocupar el espacio necesario para reeditar un Gobierno parecido al existente, si ese es su objetivo.

Que Núñez Feijóo diga, claro, muy clarito, y se deje de recortes babélicos, si va a pactar con la ultraderecha en los ayuntamientos y en las comunidades autónomas allá en donde se necesiten el concurso de ambos partidos para conformar gobierno. Esto es un “sí” o un “no”, pero, me temo que como buen gallego y discípulo político de D. Mariano, va a seguir mareando la perdiz tanto como pueda.

Dos cuestiones. Para el PP: las municipales y autonómicas nada tienen que ver con unas elecciones generales. Para el PSOE: los aplausos que recibió en el Congreso Pedro Sánchez, por parte de sus diputados y senadores, no los habría oído jamás -y él lo sabe-, si hubiera hecho una reunión con los secretarios generales de su partido en los municipios, provincias y comunidades autónomas.