¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Miriam Nogueras ha sonreído, su rictus de desprecio impostado a todos quienes no hablen catalán se ha relajado, su melena fustigadora se ha concedido un descanso, la barbilla de barrio alto de Barcelona se ha reclinado. Tal ha sido la magnitud de la confesión, doblemente, televisada de Pedro Sánchez: “Asumo los incumplimientos”.
De momento, el Gobierno ha retrasado la entrada en vigor de la facturación digital, que tenía muy preocupados a los comerciantes y hosteleros, catalanes o no; se levantará la brida presupuestaria a los ayuntamientos para que gasten sus superávits, catalanes o no, y volvemos a calcular las balanzas fiscales, que es el análisis taxonómico con el que los independentistas quieren demostrar que aquellos que poblamos al oeste del Ebro somos unos aprovechateguis.
Junts mantendrá esta ruptura que nunca será definitiva hasta que, al menos, Puigdemont consiga que el Tribunal Constitucional tumbe el recurso del Supremo y pueda regresar a España sin la causa penal de la malversación. La Unión Europea le ha dado un espaldarazo. Hablamos de marzo. Y Pedro Sánchez prolongará la legislatura hasta que, al menos, hayan sido juzgados su hermano David, que será en febrero a la espera de si el aforamiento de Miguel Ángel Gallardo en las elecciones extremeñas no eleva el juicio al tribunal superior, y su esposa, aunque eso queda al arbtitrario arbitrio del juez Peinado. El presidente del Gobierno no va a dejar la Fiscalía ni la Abogacía del Estado antes de esas citas, nadie, admitámoslo, lo haría si se ha autoconvencido de que sus dos familiares son el objeto de una cacería judicial y política. Dejémoslo en mitad y mitad.
Así que tampoco hay que hacer arder a las neuronas predictivas, la legislatura tiene aún gasolina para prolongarse, al menos, medio año más y para terminar de meterle fuego a una situación anómala para el Estado español donde se negocia la gobernación del país o con un fugado de la Justicia o con, lo que es peor, con un mediador internacional. Entramos así en una fase crítica en la que las concesiones a los independentistas de Junts y ERC pueden acarrear serios daños al resto, y hablamos de la financiación especial de Cataluña, aunque venga vestida de raso blanco y verde.
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