Cambio de sentido

De su lado

Y dijo Chesterton: "Con el pelo rojo de una golfilla prenderé fuego a toda la civilización moderna"

Desde que falta mi madre, esta casa tan hermosa la cuidamos entre los cinco hermanos", me explica, apoyada en la barandilla que da al resto del mundo. Pienso en el adjetivo hermosa; en nuestra habla significa bonita, pero también grande. "Tú sí que eres hermosa", le contesto. Le doy la mano y perdemos la mirada en el paisaje. Yo sé qué casa es esta de la que me habla, conozco cada rincón de su jardín. Y la cocina, la perra Elsa, el estanque… Es la casa de mi abuela, que derribaron hace décadas. En este preciso instante, mi tía y yo estamos de nuevo juntas, alegres y calmas en esta casa. Que para todos los demás esto sea una residencia pública especializada en mayores con demencia es algo que ahora mismo a nosotras no nos importa.

De camino a la puerta que me devuelve al loco mundo de los cuerdos, echo la vista atrás. La veo y veo a una reina, a la gran señora que siempre fue, diosa mediterránea en alpargatas o arrodillada debajo de un olivo cogiendo aceitunas. Veo a Astarté, a Ishtar, a Inanna, a Isis, a Hathor. Veo lo que es. Hay quienes llaman belleza a la arrogancia, lo estirado, despreciativo, atildado, al ideal, a lo invulnerable. Allá ellos.

Y dijo Chesterton: "Con el pelo rojo de una golfilla prenderé fuego a toda la civilización moderna. Porque una niña debe tener el pelo largo, debe tener el pelo limpio. Porque debe tener el pelo limpio, no debe tener un hogar sucio; porque no debe tener un hogar sucio, debe tener una madre libre y disponible; porque debe tener una madre libre, no debe tener un terrateniente usurero, debe haber una redistribución de la propiedad […]. La pequeña golfilla del pelo rojo no debe ser afeitada, ni lisiada, ni alterada; su pelo no puede ser cortado como el de un convicto; todos los reinos de la tierra deben ser mutilados y destrozados para servirle a ella. Ella es la imagen humana y sagrada; a su alrededor la trama social debe oscilar, romperse y caer; los pilares de la sociedad vacilarán y los tejados más antiguos caerán, pero no habrá de dañarse un pelo de su cabeza". Aquí no se habla de caridad, sino de política, del orden justo de las cosas, de prioridad a lo que realmente la tiene. Mientras, sucede la pobreza infantil, la escasez de plazas residenciales públicas, la privatización silente de servicios, los muertos contra las altas vallas, el presidente agradeciendo la labor de la Gendarmería marroquí. Es el mundo al revés. Cada cual decide de qué lado está.

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