Crítica de Cine fila siete

Vicente

El laberinto del terror

'la cumbre escarlata'

Cines Aqualon, Artesiete Holea, La Dehesa-Islantilla, Cinevip Lepe y Al-Andalus Punta Umbría.- Producción: Estados Unidos, 2014.- T.O.: 'Crimson Peak'.- Duración: 119 minutos.- Dirección: Guillermo del Toro. - Guión: Guillermo del Toro y Matthew Robbins.- Fotografía: Dan Laustsen. - Música: Fernando Velázquez.- Montaje: Bernat Vilaplana.- Intérpretes: Mia Wasikowska, Jessica Chastain, Tom Hiddleston, Charlie Hunnam, Jim Beaver, Burn Gorman, Leslie Hope, Doug Jones, Javier Botet

El escritor, guionista, productor y director mexicano Guillermo del Toro ha contado que desde que terminó con El laberinto del fauno (2006) -sin duda uno de los grandes títulos de su filmografía- tenía ya dispuesto el guión de esta película que ahora vemos con la que vuelve a otro complejo ámbito terrorífico tan habitual en su filmografía. Hace uso con su virtuosismo visual ya conocido y su diestra disposición para el relato gótico de su reiterada y provocativa mecánica del miedo con la que ha creado un universo muy personal. Incide singularmente en un escenario que resulta previsible en el género: la lujosa, tétrica y decadente mansión familiar en la que surgen todo tipo de escalofriantes sorpresas.

En la ciudad de Buffalo, la más grande del estado de Nueva York, Edith Cushing, hija de un potentado constructor, pretende editar su libro. En las oficinas de su padre conoce al barón inglés sir Thomas Sharp, del que se enamora. Pretende que el poderoso señor Cushing financie sus futuros negocios de extracción de arcillas para la fabricación de ladrillos en sus posesiones británicas. No lo consigue aunque sí logra atraer a la joven Edith. Su padre es brutalmente asesinado en el club que frecuenta y Sharp la convence para que le acompañe junto a su hermana Lucille a la mansión familiar de Allerdalle Hall, una enorme propiedad en mal estado de conservación, lugar conocido como La cumbre escarlata. En tan siniestro paraje en la profunda Inglaterra victoriana, Edith se verá alarmada por terroríficos misterios y apariciones espectrales.

Con su conocida brillantez en la puesta en escena, con su cuidadoso dominio de la planificación, su admirable utilización de los efectos visuales, su singular habilidad para provocar incertidumbre y desasosiego en el espectador su inevitable barroquismo en lo formal, Guillermo del Toro va creando a través de un relato convenientemente articulado e intrigante un clima, una atmósfera de angustia e inquietud en el espectador, a pesar de que algunos aspectos de la trama resultan ciertamente previsibles. Con recursos que a los más avezados en este tipo de cine recordará a maestros de la intriga, el terror y el gore más patológico, el realizador mexicano pasea por la pantalla sus monstruos y fantasmas personales y sus lecturas personales -se cita a varios autores maestros del género- para componer con toda su espectacular parafernalia del horror, lo que él llama una "metáfora del pasado" siguiendo a Henry James.

La puesta en escena redondea esas virtudes que tanto en los pasajes anteriores como todo lo que ocurre en la decrépita y fantasmagórica mansión, que tanto recuerda La caída de la casa Usher, de Edgar Alan Poe y su réplica cinematográfica, avant la lettre, que dirigió en 1960 el inefable Roger Corman. Y todo, insisto, con una excelente fotografía, unos planos inolvidables, unos magníficos efectos visuales pero no ha podido evitar sus excesos narrativos, sus deslices melodramáticos, sus espectros sanguinolentos y su irreprimible vicio por el gore en el que se recrea hasta la saciedad. Una auténtica hemorragia purpúrea que inunda la mayoría de las últimas secuencias de la película.

Quiroga

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