
El lado bueno
Ana Santos
¡Ojú qué caló!
Cambio de sentido
Desde el primer artículo que publiqué en este su diario, en noviembre del 23, sobre la masacre sistemática y brutal de Israel contra la población palestina (sin miramientos: niños, ancianos, mujeres…) como forma de “defenderse” –decían– del atroz atentado de Hamás, he tenido tiempo de ir juntando un exótico ramillete de improperios y falacias que valen su peso en guano, y no es tarde para exponerlas no ya para desmontarlas, que ello no tendrá ningún mérito, sino para poner en evidencia lo más terrible, que reside en que, a estas alturas de los tiempos, después de Auschwitz, Srebrenica y Ruanda, hay no pocas personas capaces de justificar una limpieza étnica.
Uno de los argumentos favoritos de los genocidas de salón contra quienes no nos callamos ante esta masacre es que allí, con el movimiento islamista de Hamas, mujeres, gais y transexuales no tienen los derechos que aquí. Resulta enternecedor el repentino interés por la lucha feminista y las reivindicaciones LGTBIQ+ de quienes niegan la violencia machista y despotrican contra la “ideología de género” (sic) y el “lobby gay” (otra vez sic). Sobre todo, me admira que lo empleen como razón para una limpieza étnica. Mujeres palestinas, os libraremos del machismo acabando con vosotras: el argumento genocida no tiene fisuras, lo mismo que ese que dice que 15.000 niños palestinos asesinados es quitarse del medio a 15.000 futuros terroristas. La falacia que se lleva la palma es la que reza que la culpa de que los masacren la tienen los propios masacrados. Estas no son razones para un Estado democrático reconocido internacionalmente, sino para el matón que masculla un “Me estás provocando”, o el descerebrado que amenaza a su hijo con un “Como te caigas, te muelo a palos”.
A diferencia de los, pongo por caso, anarquistas de salón o de los pichichis de boquilla, el genocida de salón sería capaz de hacer lo que dice. Otrosí, me sorprende que algunos de los más fervientes defensores de la espada de Netanyahu se tengan por devotísimos cristianos pues, como también escribí aquí en la Navidad de 2023, no me revuelvo contra esta masacre por proislamista, sino por cristiana, que no siéndolo de confesión sí lo soy por mi cultura. No sé de qué Jesús, ese muchacho del norte de Palestina, oyeron hablar en ciertas casas.
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