
La firma
Antonio Fernández Jurado
“Y tú, más”
silla de palco
Ami amigo el Fololo se lo cargó Cossío porque no supo definir la figura jurídica del comodato. Cuando oyó la pregunta no pudo más que responder, ¿el comoque? y claro, don Alfonso, mirándolo entre divertido y comprensivo, le indicó con el dedo el regreso a su banca y de camino, al suspenso. La cosa tuvo su mijita de guasa. Distinto es que a un licenciado en Ciencias de la Información se le escape en la tele, en la radio o la prensa, el componente básico del sustantivo, que como todo bachiller sabe, no es otro que el artículo. Día tras día, con esa naturalidad tan propia del que ignora hasta el forro de la gramática parda y sus obligatorias reglas, padecemos la muerte súbita de dicha figura, ya que los exponentes del lenguaje materno en los diversos medios, se pasan por el arco del triunfo a don Antonio de Nebrija, a don Luis Miranda Podadera y al mismísimo don Víctor García de la Concha, impulsor del nuevo diccionario de la RAE.
Y es que hay un cúmulo de hachazos al tronco del idioma en plena efervescencia pública que es pá echarse a llorá... La pelota no va a "banda derecha", ni por el porche de la capitular "sale Calvario", ni el toro entra en "suerte de varas" ni por "acera izquierda" hay menos bulla. No se recogen "desfiles procesionales" ni en Plaza Niña se avista ya a Esperanza. El rifirrafe es tan descomunal como el cebollinismo colegata y depredador.
La ortografía y la prosodia son la raíz del árbol gramatical. Ellas marcan la construcción oracional, anteponiendo el artículo, repito, al sustantivo, y anunciando su género, su número y función. Las muescas y denuestos de nuestra frikilandia parlante se meriendan los más elementales símbolos de corrección fonética. Da igual que no aparezcan "el, la, lo" y sus plurales. El presunto y ufano comunicador ha puesto en marcha la máquina de asesinarlos con toda impudicia y desfachatez. Le importa un rabanillo, dos ovos y tres bledos.
El gran circo del chusco, de lo banal e intrascendente, de lo cutre en escena y la mediocridad lustrosa, da vida al espectáculo donde un comentarista se saca de la manga su peculiar farfolla e induce a los oyentes hasta el reino de Babia. El "todo a cien" acribilla el lenguaje.
Del refranero popular es ésta frase: Verba volant; scripta manent (lo escrito, escrito queda; las palabras, el viento se las lleva). El tiempo evoluciona y a veces condiciona el saber popular. La ciencia y la tecnología han superado al viento y hoy, los micrófonos trasladan la palabra a cualquier punto del planeta. La alcachofa es la gran alcahueta literaria. Si todo sigue igual, no hay quien nos libre de oír beldades como éstas: quedamos en Placeta, jugamos a cupones y comemos en Portichuelo. ¿Y el artículo, niño? Se lo zampó Cotón.
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