el ARENGARIO

Olga / Guerrero / Chamero

Dos devociones

HEMOS pasado el segundo domingo de Cuaresma, día de la transfiguración del Señor en el monte Tabor, pero el cristiano de Huelva sufre, aunque solo sea por unas horas, otra transfiguración que lo lleva desde sus actos cuaresmales, cultos penitencia y abstinencia, a vivir la gloria de la Pascua de Resurrección. La peregrinación que lleva a cabo anualmente hasta la Blanca Paloma, la Real Hermandad del Rocío de Huelva. Es quizás después de la romería su segundo acto más importante, y nosotros los cristianos al modo de la tierra de María Santísima cofrades y rocieros hacemos un alto por así decirlo, pues en ese pasado domingo dedicado a la transfiguración nos preparamos ya para la Resurrección y la Pascua, aunque a la vez estemos concentrados en la celebración de lo que significa la Semana Santa, una etapa de recogimiento interior, de abstinencia, de preparación para celebrar la pasión, muerte y, por supuesto, la resurrección, todo se entreteje, se entrecruza.

De la misma manera, que las hermandades de penitencia celebran mensualmente sus misas, la del Rocío tiene semanalmente su rosario. No hay que olvidar que de manera paralela, si la pasada semana hemos celebrado el Vía Crucis de las Hermandades, este pasado fin de semana peregrinamos a rezarle a la Virgen del Rocío.

El aspecto quizás mas interesante es ir a escuchar en ambos casos los pregones, la exaltación de la saeta. Toda la oratoria a cerca de nuestras devociones, la propia de penitencia y la de gloria, como los oradores desde sus arengarios entremezclan en su arenga las devociones de gloria y penitencia bajo una misma forma de sentirlas, de vivirlas, caminos inseparables dentro de una existencia cristiana, no se entiende la una sin la otra.

Muchas referencias hacen alusión al camino entrelazado que llevan, hecho que queda de manifiesto en la advocación en titulares de cofradías, presencia en los pasos de la figura de la Virgen del Rocío, hermanamientos entre estas corporaciones, numerosas reseñas bibliográficas, crónicas históricas, artículos en las desaparecidas revistas cofrades e igualmente en el propio pueblo. Gran cantidad de personas han podido verse este fin de semana en la aldea del Rocío acompañando a nuestro Simpecado en la misa romera. Son prácticamente los mismos que nos hemos visto primer lunes de Cuaresma en el Vía Crucis Oficial del Señor de las Cadenas.

En definitiva, dos devociones que llenan nuestras vidas en esta la Tierra de María Santísima. En esta tercera semana de Cuaresma en la que los cofrades estamos en plena ebullición, donde para aquellos de nosotros que pertenecemos a más de una hermandad se multiplican los cultos, para los que participamos de algún grupo las reuniones de organización para la salida procesional se suceden y, en medio de esta vorágine, se entremezclan para los que también somos hermanos, los actos de la Hermandad del Rocío, todo lo cual hace que en Cuaresma no tengamos tiempo ni para respirar.

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