Cuando Huelva acaba de manifestarse, pública y multitudinariamente, para reivindicar la increíble situación de déficit en infraestructuras absolutamente impropio del siglo XXI, me siento imbuido por un rotundo escepticismo al respecto. Y lo expreso así porque el momento político que vivimos es el más propicio para las promesas electorales -ya sabemos que se hacen para no cumplirlas- que no para la producción ejecutiva de soluciones reales a los problemas y más, cuando las medias verdades, las falsedades e incluso las mentiras… están instaladas en las instancias políticas y mediáticas, si no ¿a qué vienen las campañas recientes de atención frente a las llamadas fake news? Si a esto añadimos la polarización social y las modificaciones, según conveniencia, de los relatos históricos y su fácil penetración en el criterio mental con aceptación o repulsa dependiendo de donde venga, lo propague y a quien beneficie o perjudique.

En este ámbito hay una clara aplicación de la popular "manga ancha" o una clara tendencia a la amnesia colectiva o mediática que permite dar por exacto del axioma que viene a definir una falsa superioridad moral, que no va mucho más allá del relativismo, de las orientaciones ideológicas de izquierdas que siempre se manifiestan en defensa de los valores democráticos limpios y justos, mientras los de enfrente son nostálgicos de la represión para regresar a la crispación y la caverna ideológica.

Ante este escenario, resulta que "nos interesa la crispación", ZP dixit. Que Clara Campoamor, está minimizada y Victoria Kent, sobredimensionada no vaya a ser que la pretendida seña de identidad propia sobre igualdad resulte que no es totalmente cierta.

Que promover una moción de censura apoyado por independentistas y antisistema es plenamente coherente con la defensa del constitucionalismo, el incumplimiento de la prometida convocatoria electoral inmediata, el abuso en el uso del Decreto Ley y el manejo del entramado y recursos públicos para usos privados incardinados en unos rotundos usos de la mercadotecnia electoral.

Ya que estamos en el umbral de la campaña electoral, me viene a la memoria el gran debate, ocultado adecuadamente, entre Solbes y Pizarro donde el tiempo ha demostrado, por la vía de los hechos, quien tuvo razón y dijo la verdad, no lo olvidemos. Menos aún, cuando tenemos a alguien que tachó de indecente a su oponente en un debate y una vez instalado en el Poder, oculta compromisos de interés general o permite que se ofrezcan versiones sesgadas como en el caso del plagio de la tesis doctoral con información errónea, ¿intencionadamente? y, ahora, ¿anónima? sobre las comprobaciones de los test antiplagio, por cierto, rechazados por las empresas afectadas.

La realidad es que debemos ser conscientes de que, a día de hoy, no son la decencia ni la verdad las mejores virtudes para el triunfo electoral. Lamentable.

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