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Rafael Sánchez Saus
¿Qué está ocurriendo en PARES?
La ciudad y los días
Dijo Segismundo Hernández a la compañera Cristina Cueto, a propósito del teatro y cine Cervantes: “Es muy fácil decir qué bonito es el cine, pero no ir nunca. Conozco pocas empresas que tengan abierto un establecimiento con pérdidas continuas, año tras año”. Sobrado de razón está. Como lo están Juan Ruesga al sugerir más amplias líneas de programación teatral, musical y cinematográfica, y Carlos Navarro al avisar que “o los sevillanos toman conciencia de la importancia de apoyar una sala de sabor y estilo únicos, o pegará el persianazo”. Mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.
Pero también, hace tres años, escribió Carlos Navarro: “La catalogación oficial al máximo nivel que reconoce los muchos valores del inmueble ha sido absolutamente inútil. Es más, la conversión en BIC representa un incremento de costes operativos y mayor dificultad en la gestión… No se ha ayudado al Cervantes desde los poderes públicos para seguir en funcionamiento”. Cerró y afortunadamente reabrió. Pero puede volver a cerrar. Y no solo por culpa de los sevillanos.
En 2020 la Junta de Andalucía aprobó la inscripción en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Interés Cultural con la tipología de Monumento, del Cervantes, el Llorens y el Trajano, “únicos ejemplos de las salas del siglo XIX que perduran en el centro de Sevilla” (error: solo el Cervantes es del XIX, el Llorens es de 1913-1915 y el Trajano de 1920-1923). El tercero está en fase de recuperación, el segundo sigue cerrado y el primero no recibe las ayudas necesarias. La conservación en uso de un BIC no puede corresponder solo a la empresa, para la que es más una losa que un privilegio, ni a los ciudadanos. Es una cuestión de interés público. El Cervantes de Málaga (1870), el Gran Teatro de Córdoba (1873), el Falla de Cádiz (1910) o el Villamarta de Jerez (1926) se mantienen con fondos públicos municipales, autonómicos o europeos, patrocinios y, en último lugar, ingresos propios. El Cervantes (1873) es el único teatro sevillano del XIX que sobrevive tras el bárbaro derribo del San Fernando en 1973. Y el único cine histórico que ha sobrevivido. Compete a las autoridades municipales y autonómicas, más que a la empresa y a los sevillanos, mantenerlo en vida como sucede con los otros teatros andaluces.
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