El atentado de Vidal-Quadras

Los interesados en la destrucción de la convivencia y la democracia van a seguir intentándolo

El atentado contra Alejo Vidal-Quadras me “sorprendió” (tal vez proceda ir rescatando cierto vocabulario de viejas resonancias) en Cádiz, en el mismo despacho de profesor donde me llegó noticia, en su momento y que recuerde, de los atentados del 11-M y la elección del hasta entonces cardenal Bergoglio a la sede de Pedro. Cosas de la vida. Como sucedió a tantos españoles en ese momento –inmediatamente ardieron los grupos de Whatsapp– me sacudió la viva impresión de tragedia inminente, de vértigo unido a la proximidad del pánico que alguna vez experimenté ante el abismo en mis tiempos de excursiones solitarias por las serranías gaditanas. La tensión enorme que las últimas jornadas habían ido acumulando parecía encontrar la espoleta necesaria para la explosión.

Las peores sospechas adquirían consistencia al conocerse las reacciones de Grande-Marlaska o de la SER, intentando minimizar el alcance del suceso sin temor al ridículo. La aparición de la verosímil pista iraní, facilitada por el propio Vidal-Quadras en razón de sus contactos con grupos opositores de ese país, permitió, con independencia de su verdad final o no, encauzar los temores desatados en una dirección que a muchos convenía. Después de todo, y aunque Vidal-Quadras siga siendo un referente del constitucionalismo en Cataluña y el atentado se produjera a las pocas horas del pacto de la vergüenza, ¿qué sentido tiene atentar contra un hombre de 78 años, alejado desde hace tiempo de la política activa?

Jaime Mayor Oreja, en un esclarecedor artículo, ha dado respuesta a esas preguntas con la certeza moral que le permite su gran experiencia política: Quienesquiera que hayan sido los autores, “el atentado de Alejo se produce con marcado ánimo desestabilizador en una España que ya se ha convertido en caldo de cultivo para la inestabilidad. Cuando saltas al vacío, cuando estás destruyendo la nación y el estado de Derecho, esta situación atrae como un imán este tipo de acciones […] En este atentado el objetivo era el desasosiego, la fractura social, en definitiva la desestabilización. ¡Qué diferente hubiera sido la impresionante manifestación del domingo pasado […] si Alejo hubiera sido asesinado!”. Si esto es así, y yo creo que lo es, podemos estar seguros de que los interesados en la destrucción de la convivencia y la democracia van a seguir intentándolo. España ha sido convertida por el PSOE en pocos meses en botín y polvorín.

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