El pudridero

Es sabido que en El Escorial existe un pudridero real en el que los cuerpos de los reyes y los infantes permanecen tres décadas hasta que los trabajos de la naturaleza y las condiciones del enterramiento permiten que sus restos se trasladen al Panteón de los Reyes. Los escándalos que afectan al presidente, su gobierno y su partido han convertido la política española en un gigantesco pudridero al aire libre. El hedor de la putrefacción es tan fuerte que los ha dejado sin argumentos. Ya no vale la conspiración urdida por políticos, jueces, guardias civiles o periodistas de una derecha girada a extrema. Los argumentos traídos por los pelos resultan inverosímiles, si no ridículos y hasta peligrosos. La desesperación de verse ahogados, día tras día, en escándalos ha hecho que tres ministros –Montero, Alegría y López– dieran credibilidad a un bulo con sabor al Chacal de Frederic Forsyth –poner una bomba lapa en el coche de Sánchez– lanzado por medios afines al Gobierno.

“Estamos escuchando declaraciones absolutamente peligrosas como la que se leía estos días en los medios de comunicación de un exagente de la UCO, por cierto, pagado y contratado por la señora Ayuso, de amenazar incluso con poner una bomba lapa bajo el coche del presidente del Gobierno” dijo Pilar Alegría. “Es intolerable lo que estamos viendo y leyendo de alguien que está en este momento cobrando un sueldo público de los madrileños y, en definitiva, del conjunto de los españoles y que se refiere al presidente del Gobierno en términos de amenazas de muerte” añadió María Jesús Montero. “Yo no quiero que ningún día tengamos que lamentar nada. Por eso, voy a ser muy claro, y lo digo con mucha serenidad, con mucha tranquilidad. Le exijo a Ayuso que cese inmediatamente al cargo público que tiene y que fantasea con la muerte del presidente del Gobierno”. Los aragoneses, andaluces y madrileños no deben olvidarlo cuando lleguen las elecciones autonómicas.

Quienes se definen como luchadores contra la corrupción y los bulos se tragan un bulo en su desesperación por no ahogarse en el pudridero de sus escándalos de corrupción y encontrar argumentos contra la oposición (que, por otra parte, se basta a sí misma para descalificarse: véase el mamarracho de la convocatoria de la manifestación del próximo sábado 8 de junio).