Ajuste fino

Antonio Castro

Entre alcaldes y alcaldesas

Entre la crudeza con que discurre la vida política de esta provincia, hay hechos y gestos que permiten albergar algo de esperanza en la sensatez. Este es el caso de la alcaldesa de Isla Cristina, María Luisa Faneca, y el alcalde de Huelva, Pedro Rodríguez, que siendo como son de partidos distintos y distantes, se han puesto de acuerdo en un aparte para, por ejemplo, que los aspirantes a policías locales de la localidad isleña hagan prácticas en Huelva en vez de en Sevilla, y de aquí a otras cuestiones de menor relieve pero no por ello menos importante. O por seguir con los ejemplos, la elegancia y el respeto mutuo con que se conducen el actual presidente de la Autoridad Portuaria, José Antonio Marín Rite, y el alcalde Pedro Rodríguez.

En todos los casos hay un denominador común y es la condición de alcalde actual o pasado, de representante de una institución que tiene que priorizar soluciones inmediatas para la gente frente al forcejeo político propio de partidos en liza. Tanto es así que la condición de alcalde parece imprimir carácter hasta el punto de conceder a quienes lo son o han sido, con sus correspondientes excepciones, una actitud que está por encima de lo partidista.

Tal vez sea la carencia de haber sido representante de instituciones cercanas al ciudadano lo que hace a otros políticos sectarios, irascibles y dependientes del poder a ultranza, en su caso, el poder del partido como instrumento. De tal forma que no sería mala idea que a ciertos secretarios generales o cargos internos de algunas organizaciones les tocara desempeñar una responsabilidad cercana al ciudadano, como la de alcalde, para cultivarse un poco.

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