La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

La agonía de la nueva política

Ciudadanos y Podemos, que venían a renovar la política tradicional, pierden fuerza en cada convocatoria electoral

Los dos partidos que vinieron a renovar la política española y librarla de los males del bipartidismo languidecen con cada convocatoria electoral, y eso que uno se encuentra en el poder a nivel nacional, compartiendo el Gobierno con uno de los grandes partidos de la vieja política. Hoy el porvenir de Podemos y Ciudadanos es incierto (la única certeza es que no van a ser decisivos en los próximos años). Son sueños rotos.

Los datos de las elecciones autonómicas de Castilla y León son irrefutables. Ciudadanos, que formaba parte del Gobierno saliente, ha pasado de obtener 12 procuradores (diputados) en 2019 a sacar uno. De ostentar la vicepresidencia de la Junta y varias consejerías, a la irrelevancia total. Podemos e IU habían logrado por separado 100.000 votos en 2019; ahora, juntos en Unidas Podemos lograron 61.000: un procurador (en 2015 los podemitas sumaron 10). El procurador electo fue el padre de la mayor estupidez de la noche electoral: "Quien pierde hoy es Castilla y León".

Pero la decadencia de los propulsores del cambio en la política tradicional no es de ahora. Se ha ido reflejando en todas las elecciones desde la caída de Rajoy y la llegada de Sánchez. Ocurrió sin estrépito en las generales, como tendencia, y se ha sucedido de modo aplastante en las elecciones territoriales de Galicia, País Vasco, Cataluña, Madrid y Castilla y León. Me atrevería a decir que el fenómeno se confirmará en las autonómicas que quedan antes del gran ciclo de municipales y generales de 2023, que son las de Andalucía. Aquí Ciudadanos va a jugarse su propia supervivencia como partido, y Podemos va a comprobar los límites objetivos de su dimensión histórica. Llega en malas condiciones, habiendo sufrido la separación de parte de su grupo parlamentario y la pérdida de su ex mejor dirigente y debiendo disputar el mismo espacio político a otras tres organizaciones. Demasiados comensales para tan escaso botín. Y demasiado enfrentados, como buenos izquierdistas.

Seguramente, los capitanes indiscutibles de estos proyectos de la nueva política española (Albert Rivera y Pablo Iglesias) no eran los más recomendables, pero en este camino hacia el fracaso hay otras razones. En Ciudadanos, la crispación y el sectarismo de la política española, incompatible con el liberalismo cívico, sereno y tolerante. En Podemos, que España es un país desarrollado y de clases medias, poco propenso a las aventuras y los salvadores.

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