Visita al campo andaluz

Acaba de reeditarse uno de los más vívidos testimonios del campo andaluz, 'Luna y sol de marisma', de José Mas

Son muy diversos los mundos andaluces por los que adentrarse en estos días festivos y primaverales. Incluso aquellos considerados ya perdidos pueden recuperarse gracias a los efectos de la lectura. Porque en estas tierras del sur también un buen número de viejos caseríos rurales, haciendas y cortijos se han vaciado, tal como una reciente moda viajera y literaria cuenta que ha sucedido en casi toda España. Pero, cuando menos aquí existe un remedio para recuperar las vivencias que esas ruinas atesoraban: hay novelas que mantienen vivo el recuerdo de tales pérdidas. Y precisamente acaba de reeditarse una que encierra uno de los más vívidos testimonios del campo andaluz. Publicada en 1930, y, como cabía esperar, injustamente olvidada, Luna y sol de marisma (Espuela de Plata), del gran novelista José Mas, congrega en sus páginas los alicientes necesarios para unir placer para el lector y lograda evocación de costumbres perdidas. Gracias a las dotes narrativas, al conocimiento del paisaje geográfico y social y al preciso lenguaje de su autor, es posible trasladarse un siglo hacia atrás y revivir con verosimilitud los ambientes de los andaluces que trabajaban en el campo. José Mas fue un gran novelista que desmiente la interesada teoría que niega la existencia, en Andalucía, de una sólida tradición narrativa. Fiel seguidor de la escuela naturalista de Zola, quiso en sus obras fundir eficacia narrativa y aportar un valioso documento social. A lo que se añade, su preferencia, en este caso, por resaltar ambientes populares. Observar, con la minuciosa mirada de un exigente antropólogo, cómo vivían, se relacionaban y faenaban sus personajes, supone mucho más que leer una novela. En sus páginas se recorre, desde dentro, la crianza del toro de lidia en un cortijo marismeño y ofrece, quizás por primera vez, una cara de la fiesta que, al no contar con una tradición de brillos y oropeles, permanecía literariamente desdeñada. Pero esta nueva edición cuenta, además, con un añadido que la completa y realza: un prólogo de Jacobo Cortines, del que podría decirse que toda su vida literaria ha consistido en una conjunción de factores que le han preparado para ser la voz autorizada para este empeño editorial. La ilusión de recuperar este libro -por una serie de motivos que explica muy bien en la introducción- le ha acompañado siempre. Era una tarea necesaria y una deuda que los andaluces tenían contraída con José Mas, y que Jacobo Cortines asumió como propia y ante la cual Abelardo Linares, su editor, se ha mostrado lúcidamente receptivo.

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