Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Un lector habitual de esta columna escribe para indicarme que soy muy realista y negativo, y que se entristece mucho cuando la lee. Incluso añade que intenta leer la prensa para pasar un buen rato. Le he respondido con cariño, la libertad es la mejor compañía del ser humano. También le he recomendado que deje de leer la prensa, que deje de ver la televisión y que abandone completamente los medios de comunicación. Si lo que desea es pasar buenos ratos con la lectura, y de hecho aprender un poco o un mucho, de acuerdo con su propio interés, con su propia capacidad, y desde luego, con su libertad, debe leer El Quijote de Cervantes. Además de pasar muchos buenos ratos e infinitud de momentos maravillosos, va a reír (que tanta falta nos hace), va a desconectar de la realidad actual, y va a aprender muchísimo de un maestro.
Claro que Cervantes era mucho más inteligente que todos nosotros, fue capaz de escribir una obra de arte que refleja de manera transparente la sociedad de su época. Mucha crítica incluye El Quijote, mucha crítica que unos fueron capaces de descubrir y otros se quedaron tan solo en las banalidades magistrales. Cervantes fue un genio y nos dejó un compendio de la mejor y más realista historia de España, de la historia de la humanidad vista a través de los ojos de la sociedad española de su época. Cervantes era realista, muy realista, pero adjuntaba esa dosis de ironía muy propia de los diálogos socráticos en las obras de Platón. Leer El Quijote es lo que he recomendado a este lector libre, y me alegrará saber que deja de leerme por una causa mucho mejor y más brillante. Si analizamos con detenimiento la sociedad que refleja Cervantes en su obra, no dista mucho de la nuestra, en estos momentos tal vez vivamos un reflejo de aquella. Se despedía el lector de esta columna indicando que para él la vida era una mierda "y no quiero que nadie me lo recuerde ni me acerque a lo que ya vivo en mis carnes todos los días". Libremente y con respeto, no tuve más remedio que responderle: "Estimado lector, la vida es maravillosa. Pero el mundo que hemos convertido nosotros sí es una auténtica mierda". Escribía Goethe en Teoría de la naturaleza: "La infinita exuberancia de las hojas se verá aun superada después por las flores".
Y nos dejó Cervantes en El Quijote: "Por muchas experiencias sabemos que no es menester ni mucha habilidad ni muchas letras para ser uno gobernador, pues hay por ahí ciento que apenas saben leer, y gobiernan como unos girifaltes; el toque está en que tengan buena intención y deseen acertar en todo".
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