Paco Huelva

Viacrucis

Deseo sin acritud alguna, que puedan disfrutar de estas fiestas en paz, en libertad y en recogimiento

Escribo este artículo el jueves santo en la tradición cristiana, del año 2022, justo tres días antes del domingo de resurrección. La semana santa supone para los creyentes la conmemoración anual de la pasión de Cristo, y en ella se suceden una serie de actos por múltiples pueblos y ciudades del mundo, con manifestaciones diversas de religiosidad popular: representaciones simbólicas, penitencias y procesiones multitudinarias, a las que acuden no solo los creyentes sino también un público variopinto deseoso de disfrutar de la belleza de algunas tallas e iconos y de la originalidad de algunas cofradías a su paso por determinadas calles o esquinas emblemáticas de los cascos urbanos.

Hace años que aprendí a respetar las creencias religiosas de la otredad y además llegué a la conclusión de que debía asumir como legítimos los dogmas que cada cual posee, ya sean adquiridos por un convencimiento inequívoco de acatamiento a una fe determinada o le hayan sobrevenido por un proceso de aculturación en el lugar en que hayan nacido.

Sin embargo, pese a esa comprensión hacia los pensamientos y procederes de la alteridad en esta materia, como no podía ser de otra manera a mi entender, este año quiero fijar la atención del lector en un viacrucis diferente, que se ha sumado por desgracia al anterior, y por el que están transitando millones de personas en los últimos tiempos, y que a día de hoy, en que escribo este diserto, llevan cincuenta días -o sea más de siete semanas no sé si santas o no- de expiación, perdidas por los caminos de la incertidumbre, del dolor o de la ausencia de los seres queridos, bien porque estén combatiendo a un enemigo criminal que ha venido a destrozar sus vidas y sus haciendas, o por el temor a morir de hambre, de horror, de incomprensión o de pena, ante las atrocidades que su pueblo está padeciendo por parte de un vecino díscolo y altanero en su proceder, que está dispuesto a consumar sí o sí la anexión a su régimen de otros territorios porque así ha entendido que han de ser las cosas.

Por eso, deseo a los lectores sin acritud alguna, que puedan disfrutar de estas fiestas en paz, en libertad y en recogimiento, si así lo desean, pero, que no se olviden de los hombres, mujeres y niños que están padeciendo este otro viacrucis impuesto por un dictador abominable, que viene dispuesto y así lo está demostrando con sus actos, a imponer su voluntad por encima de la decisión de todo un pueblo soberano.

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