Subversión

La ciudadanía vive en la inopia porque la han dejado sin memoria y sin capacidad de discernimiento

28 de septiembre 2018 - 01:55

Cuando uno se compromete a escribir una columna semanal -en este y otros periódicos, como es mi caso- tiene la obligación de buscar en el escenario político, mediático o cultural, en su caso, la materia que ha de conformar el magma, el centro, el eje de lo que desea transmitir a la ciudadanía, por respeto a los lectores, por un lado, y a los rotativos que depositan su confianza en quien firma, por otro, y además, ha de hacerse responsable de lo que manifiesta, palabra por palabra.

Bien. Dicha la obviedad, prosigamos.

No me gusta el rumbo que está tomando la política global en los últimos años. Nada. Tampoco los impulsos demagógicos procedentes de una alianza liberal que pretende cargarse en una década, los logros obtenidos en derechos sociales por la ciudadanía: en materia laboral, en sanidad, educación, dependencia, bienestar, igualdad de género y un largo etcétera. Pero así es. Este comienzo de siglo nos ha deparado una sorpresa que ni los más aguilillas se esperaban, se han derrumbado las ideologías, todas. Las que se mantienen lo hacen a fuerza de látigo, es decir, bajo el signo de dictaduras de izquierda o de derecha, tanto monta. Una desgracia.

Y al albur de estos tiempos, el capitalismo más salvaje -más crecido que nunca- resulta ser de nuevo la panacea que nos venden los mercaderes, aquellos a los que les importa una higa el hambre de los demás, que utilizan la fuerza militar para controlar territorios y usurparles (entiéndase robarles) los recursos naturales a los más desprotegidos, más castigados.

La mentira reiterada hasta la saciedad, poniendo cara de jugador de póker, y el control de la información circulante, pieza clave en este puzle, les sirve de coartada a los nuevos usureros, que son los de siempre con otras caras, para defender sus taimadas, viles e interesadas acciones, llevadas a efecto al más puro estilo siciliano. La mafia no ha muerto, no, está más presente que nunca en el interior de las transacciones económicas, es más, están dentro de los gobiernos, esos estamentos que debieran defender la igualdad, la legalidad y la fraternidad entre los individuos y los diferentes pueblos que conforman el mosaico del mundo. Ya saben, o conmigo o sin mí.

Da un poco de vergüenza -¡si se tiene, claro!- observar el escenario en donde los actores representan La Caverna de Platón un día y otro y otro… mientras la ciudadanía vive en la inopia porque la han dejado sin memoria y sin capacidad de discernimiento.

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