La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

San Clemente, 1248

Por ignorancia y sobre todo por pereza hemos dejado que el polvo se acumule sobre el 23 de noviembre sevillano

San Clemente nos remite a los orígenes del cristianismo y por lo tanto a los de Europa. Tercer papa a finales del siglo I, conoció a San Pedro, por quien según la tradición fue ordenado, y a San Pablo, fue el autor de la Epístola a los corintios que es el texto cristiano más antiguo conservado tras los escritos reunidos en el Nuevo Testamento y ejerció una enorme influencia en la Iglesia naciente. Fue martirizado el 23 de noviembre del año 101 siendo emperador -¡vaya por Dios!- el Trajano de Itálica que el anciano Nerva apoderó -muy apropiado que tuviera nombre de pasodoble- como su sucesor.

El día de San Clemente de 1248 San Fernando reconquistó Sevilla tras ocho siglos de dominación islámica. Escribo reconquistó, y no conquistó, porque la devolvió a la Europa cristiana a la que pertenecía cuando fue invadida el año 712. Brillantes fueron los siglos de dominación islámica, sí, sobre todo porque se dejaron empapar por el legado grecorromano y visigótico con gran disgusto de los fundamentalistas almorávides y almohades; pero no menos brillante fue el periodo anterior de San Isidoro y San Leandro; ni menos lo sería la Sevilla de Fernando III y Alfonso X. Ellos nos reintegraron a Europa en el momento oportuno poniendo a la ciudad en camino hacia su grandeza en el siglo XV, cuando era una de las más importantes ciudades de la naciente España aún antes de su esplendor americano de los siglos XVI y XVII.

Hay ciudades en las que la conmemoración de su reconquista está unida a un cierto folclore moruno que entiende como una desdicha el regreso a Europa en el momento preciso, antes del fin de la edad de oro del islam medieval. En Sevilla, salvo en algún momento de la Transición, por suerte no se han dado estos folclores. Pero sí se ha producido un cierto olvido de lo que supuso aquel 23 de noviembre de 1248 y de la grandeza de las figuras de Fernando III y de Alfonso X, transcurriendo con más pena que gloria el VIII centenario de su nacimiento que casualmente también tuvo lugar un 23 de noviembre: otra razón para celebrar este día.

Por ignorancia y sobre todo por pereza hemos dejado que el polvo se acumule sobre esta fecha, convirtiéndola en algo parecido a la catedral evocada por Juan Sierra en su extraordinaria poesía dedicada al Cristo del Calvario: "Las capillas donde los estandartes manchados de batallas con sus telas podridas tiritando de mármol se agarran a la aurora".

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