Recuperar la confianza

Nunca la palabra de un candidato al Gobierno ha sido tan efímera, frágil y fulera

Buena parte de la atención política se centra ahora en si se harán los pactos necesarios para la investidura de Pedro Sánchez o si iremos a unas nuevas elecciones. Esto último no es nada deseable por motivos importantes, como son la prórroga de los presupuestos, los gastos de otros comicios y la hartura ciudadana. Sin embargo, si se produce lo primero sería muy necesario saber quién sale beneficiado, cómo y con qué y, sobre todo, cuál es el coste y quién lo pagará. Es patente que hay quienes tienen la sartén por el mango para que aquella se produzca y eso de la solidaridad les importa un bledo. Por tanto, una labor que han de hacer aquellos que no participen en el reparto de la tarta es la de estar vigilantes y hacer que nada quede oculto para que nos enteremos de lo que se acuerde. Es necesario ser consciente de esto porque en estos recientes años ha habido una auténtica inflación de cambios del tipo de donde dije digo ahora digo diego, de ocultamientos, de mentiras y de trampas. En muchas ocasiones, se podrían tildar a los protagonistas de auténticos caraduras o de especialistas de un funambulismo político carente por completo de cualquier tipo de escrúpulo moral o ético. Desgraciadamente, más de uno de los líderes del presente siguen el patrón descrito, habiéndoseles hipertrofiado un pragmatismo en la consecución y mantenimiento del poder en el que no hay ninguna coherencia ideológica o programática que los frene en sus ansias por sentarse o permanecer en el sillón presidencial -que contiene bonus extras, como desplazarse en helicópteros o en un avión Falcon para asistir a conciertos- o, incluso, el ministerial. Es lo que tenemos y, por eso, la situación que vivimos genera un conflicto entre el sí y el no en cuanto a que se alcancen pactos o no para la investidura y, además, porque nunca la palabra de un candidato al Gobierno ha sido tan efímera, frágil y fulera. La confianza en la clase política, en las instituciones y en los poderes del Estado es crucial para afirmar que una democracia goza de buena salud y Pedro Sánchez, junto con algunos más, no ha hecho más que socavarla, lo que resta seguridad y tranquilidad. No es de fiar lo que se escuche de él, así como lo que decida o haga y el problema es que eso se generaliza a otros gobernantes y ámbitos.

Recuperar la confianza tardará su tiempo y requerirá esfuerzos, no será una tarea fácil, pero esperemos que se logre; si bien, seguro, que no será de la mano de quien ahora está en funciones.

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