Crónica Personal

ProvincianosLa corrupción según quien la ejerza

En los diarios nacionales, el lector de columnas busca confirmar en sus firmas habituales sus propios juicios y prejuicios

Hace unos días cayeron en mis manos unas columnas de Francisco Umbral. En 1995, desdeñaba a la crítica, a la información y a la actualidad como pilares exigibles al columnismo, un arte menor, y lo de menor es cosa de un servidor, no de Umbral, un Mariano de Larra redivivo para muchos, cabe aventurar que también por él. El madrileño resaltaba otros valores para el artículo de pocos párrafos, por entonces siempre en papel y condenado desde la tarde de su fecha a ser cartucho para el pescado: no había entonces hemeroteca a tiro de clic. A saber: “la subjetividad y la insolencia del Yo (...), cierta audacia, simpatía, violencia, libertad y sorpresa”. En una línea anterior –superior se sabía y soberbio sin duda lo sería–, soltaba sin empacho: “... en los grandes diarios, el columnista en punta se mueve entre el compromiso empresarial y el político”.

En los diarios nacionales, el lector de columnas busca confirmar en sus firmas habituales sus propios juicios y prejuicios –el juicio racional frente al epidérmico–. No sucede igual en una red de locales regionales, un modelo de negocio editorial en el que esos compromisos entre la pléyade gobernante y la economía empresarial de provincias son mucho más diversos y difíciles de alinear, y a la vez más periféricos y cercanos a su audiencia que en esos “grandes diarios”, en cuyo parnaso moraba Umbral, brillando con luz propia. De forma que un equipo de articulistas de esta casa, la familia Joly y sus diez cabeceras, permite, de un lado, una variedad columnista mayor que en los gigantes centrales, no muy dotados por lo general en sus delegaciones regionales, que se nutren, mayormente, de fondos periodísticos capitalinos: aquí puede usted encontrar más disparidad, e incluso antagonismo, y tomaremos esto último como riqueza. Como decía en este diario Manuel Barea hace ya, calculo, unos diez años, desde provincias se puede arrear con menos temor a Putin o al estrafalario presidente USA Donald Trump, ¿le iban a llegar tus descalificaciones sobre sus payasadas o su farmatint rubio radical? No... Ahora, todo está centralizado por los demiurgos de Silicon Valley o Shenzhen, todo se homogeneiza y enturbia.

El domingo reconocí en una abacería a un compañero. Aunque, albricias, me pareció más joven que en su foto en estos diarios andaluces, no tuve duda: era Rafael Sánchez Saus. Que, por abundar en la diversidad y hasta la disparidad, ocupa en su día de la semana la misma pieza exterior en par que Carmen Camacho: lujos de lo heterogéneo. Y es que un plantel de opinadores no tiene por qué ser un batallón de creyentes. Privilegios provincianos.

RODRIGO Rato cumple 75 años estos días, y algunos medios recuerdan su biografía, que incluye varios casos de corrupción –también importantes absoluciones, menos destacadas– que le han hecho pasar tres años en la prisión de Soto del Real. Ha pagado multas y gastado centenares de miles en abogados, un ejemplo de que la justicia en este país, cuando se ejerce bien, no tiene en cuenta el currículum de quien comparece ante un tribunal. Rato, ex vicepresidente del Gobierno, director del FMI con categoría de jefe de Estado y décadas de diputado, ha pisado la cárcel. Como el ex presidente de la CEOE, o los ex ministros y presidentes autonómicos Zaplana y Matas, o el yerno del Rey Juan Carlos y cuñado del Rey Felipe, entre otros destacados dirigentes políticos y empresariales.

¿Es el PP un partido corrupto, como repiten los sanchistas? Se ve que en el PP hubo personas condenadas por los tribunales, otras a las que se mantuvo en prisión preventiva y unas terceras absueltas. Mirando lo que ahora ocurre, hay un hecho indiscutible: la corrupción en la izquierda alcanza niveles de absoluto sonrojo, y afecta al círculo político y personal del presidente del Gobierno. Pero tienen bula. O una mano blanca que interviene para salvarles la cara el mayor tiempo posible.

Esa mano blanca, cuesta escribirlo, suele moverse en el reino de la Fiscalía, para indignación de los miles de fiscales que se toman su trabajo con una honradez profesional ajena a cualquier maniobra. Hasta el punto de ponerse de perfil ante algunas indicaciones y advertencias que les llegan desde arriba: prefieren jugarse el tipo.

Vivimos semanas con ejemplos de corrupción apabullantes. Obligados a calificarlos como “presuntos” porque es lo que exige el rigor informativo, sorprende en cambio que desde medios afines al Gobierno, desde el Gobierno mismo y desde la cúpula socialista, se acuse de corruptos a personas del PP o cercanas al PP cuando aún no han sido juzgados, y se les trate como a delincuentes. Mientras, se afilan las navajas contra quienes ponen en duda el comportamiento de dirigentes socialistas, y familiares de dirigentes socialistas, “pillados en falta” al filtrarse contenidos de conversaciones y mensajes más que sospechosos. Además de participar, en fechas clave, en reuniones vinculadas a decisiones más sospechosas todavía.

Noticia de última hora: la Oficina de Conflicto de Intereses archiva la denuncia del PP contra Sánchez por no inhibirse cuando su Gobierno aprobó el rescate millonario de la empresa que patrocina actividades profesionales de su mujer.

Se comprenden ahora las ansias de Sánchez de colocar a amigos en instituciones y organismos del Estado.

Qué bochorno.

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