Caleidoscopio

Vicente / quiroga

Poemas de Jesús Arcensio

HACE unos días se presentaba el libro Robinson de mi tiempo, 274 poemas de Jesús Arcensio en una edición del poeta onubense José Baena Rojas. Un acontecimiento en el panorama de la actualidad cultural y literaria, una grata nueva en el rico acervo poético de Huelva. Nadie más indicado que José Baena Rojas para emprender la publicación de la obra del genial poeta de Galaroza, afortunado heredero de su excepcional legado, entrañable amigo, o más que amigo, como él confiesa en su introducción, rememorando su primer encuentro: "Desde entonces nuestra relación y su magisterio, humano e intelectual, se fue consolidando, hasta llegar a ser como un padre para mí y yo - creo - como un hijo para él". Con toda seguridad el hijo que Jesús no tuvo.

José Baena Rojas es autor con otro de nuestros poetas más notables, Manuel Sánchez Tello, de la Historia de la Poesía en Huelva, publicada en 1987. Un texto imprescindible para el más riguroso y exacto conocimiento de nuestra poesía desde sus comienzos, la poesía arábigo-onubense con el gran Abu Obáid al-Bekri, nacido en esta tierra, hasta los poetas de la segunda mitad del siglo XIX y de quienes en el XX protagonizaron toda una constelación memorable cuya relación requeriría de un espacio mayor del que dispongo. Entre ellos destaca Jesús Arcensio por su personalidad singular, rico en anécdotas de leyenda a las que, como escribe José Baena es difícil "dar crédito si no hubiera sido testigo yo mismo de algunas de ellas y a la altura de su obra". Suscribo lo cual porque yo también puedo testimoniarlo. Era un hombre encantador, de rica y amena conversación, con quien podía discreparse ideológicamente, pero que cautivaba con su verbo fácil, su inagotable ingenio y un irredento anarquismo. Baena lo asegura: "quizás el único anarquista ejerciente que he conocido".

Teniendo oportunidades profesionales en Madrid, donde fugazmente vivió y donde recibió ofertas tentadoras, prefirió volver a Huelva -"Dejarme estar varado en la ribera tibia del mar antiguo de mi vida"- , renunciar a publicar sus poemas - "Pocas veces los fechaba y pocas veces los firmaba"-, salvo Treinta sonetos un libro editado en 1975 por el Instituto de Estudios Onubenses. Nunca agradeceremos bastante a José Baena Rojas la publicación de este impagable texto -ilustrado con un dibujo autógrafo del dramaturgo Fernando Arrabal, amigo del poeta- que integra la obra, en gran parte inédita, de quien fuera el prodigioso autor de sonetos de una sublime belleza o cualquier otra composición poética, pues dominaba todas "o del cincelado verso que se desprende de normas estrictas y retóricas". El libro nos permitirá ahondar en la obra de Jesús Arcensio y tal vez en su personalidad "Un hombre que ama y sufre, que ha bebido,/ que es malo y bueno… y que en verdad, quisiera,/ si hay que morir, morir como ha vivido".

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