E STAMOS en un país en el que cada año se incrementa la brecha entre lo que se ha proyectado como programa de Gobierno y lo que en realidad se consigue, esto es consecuencia de una política que se centra más en lo que queremos que en nuestras posibilidades, esta política de ojos cerrados a la realidad económica, aplicada a la gestión de un país es lo que nos está llevando al fracaso económico y a obtener en las estadísticas los peores resultados de nuestro entorno europeo (desempleo, deuda pública, caída del PIB, destrucción de clase media).

La diferencia entre lo que podemos y lo que queremos es la que nos marca la viabilidad del proyecto, si la diferencia es insalvable debemos replantear nuestros objetivos y adecuarlos a nuestras posibilidades, esto que parece tan simple no se esta aplicando debido a un Gobierno condicionado por una coalición donde se piensa que el endeudamiento es ilimitado y por tanto a través de este mecanismo se conseguirá salvar cualquier necesidad financiera que cubra la diferencia de lo que no tenemos, pero lo cierto es que esto no es así y que la economía de un país es muy parecida a la de un ciudadano de a pie, que si vive por encima de sus posibilidades pone en serio peligro la estabilidad de su familia.

En periodo electoral los partidos políticos lo que quieren conseguir básicamente es llegar al poder, algunos prometiendo cosas que saben no se pueden sostener económicamente, haciendo creer a los votantes que sí se puede. Esto nos lleva a una sociedad frustrada y descontenta con sus dirigentes cuando la dura realidad enseña su cara más amarga y nos hace ver que no solo no se podía, sino que con la deuda que se genera para intentar conseguir lo que se prometió, se nos condena a que no se podrá en mucho más tiempo ya que el dinero deberá emplearse en pagar los intereses de una deuda generada para pagar gastos en lugar de inversiones productivas, lo que deviene en un proyecto insostenible.

De hecho, salir de este agujero va a costar mucho sacrificio y penurias que creíamos nunca volverían a un país desarrollado como lo era el nuestro. Dejemos de escuchar cantos de sirenas y despertemos, empecemos a exigir a nuestro Gobierno reformas acorde a nuestras nuevas posibilidades, el sistema proteccionista y bienintencionado hay que garantizarlo desde la base de lo que podemos pagar, en función a la generación de ingresos futuros, ya no son aceptables iniciativas que se saben cuánto cuestan pero no de donde se sacará el dinero para pagar estos compromisos, esto solo genera el efecto contrario a lo que se pretende, se genera sensación de desconfianza, de desamparo social y de frustración al saberse beneficiario de hipotéticos derechos a los que no se llegará a acceder por falta de presupuesto.

Determinados partidos que nunca gobernaron, pensaban que el dinero es ilimitado y que España puede soportarlo todo y que con promesas y más promesas de lo que el pueblo quiere escuchar se llega al poder... y no les faltaba razón.

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