Alas de mariposa

Perfectos

Con el tiempo descubrí que cultivar mi chocolatina era una feroz huida y una forma de obtener el subidón

Esta sociedad que nos hemos montado, con ciertas normas e incluso cierta estética, se me antoja demasiado laxa para algunas cosas y extremadamente exigente para otras. La imagino como una masa espesa y negra, en donde cada día hay más gente y menos personas. Y esa masa de gente, se torna enemiga de su propia especie y despersonaliza a las personas para convertirlas en gente. Eso sí, gente perfecta.

Porque queremos ser una sociedad guapa, y necesitamos gustar y gustarnos. Nos importa y mucho nuestra imagen exterior, al punto que, a estas alturas, divido al mundo entre los que van a diario al "gym", -que suena mucho más chulo que "gimnasio" en español-, y los que van al fisioterapeuta.

Mens sana in corpore sano. -No te preocupes, que lo que madre naturaleza no me dio, ya me lo curro yo en el gym-. No estoy haciendo apología del sedentarismo. ¡Claro que hacer deporte es sano! El problema comienza cuando el gimnasio se convierte en un lugar de culto y los deportistas en una especie de secta que llegan a excederse, pidiéndole a sus cuerpos mucho más de lo que pueden dar. Créanme. Sé de lo que hablo. Practiqué deporte en demasía y hoy pertenezco a la cara B de nuestra sociedad: los que van al fisio. Con el tiempo, descubrí que cultivar mi chocolatina era una feroz huida y una forma de obtener el subidón que la vida no me daba.

Me preguntan, con naturalidad, a qué gym voy, como si fuera una obligación. Cuando contesto que a ninguno, me miran de arriba abajo como un bicho raro. Siento que me juzgan y me tachan de su lista. Guardo silencio por no recordarles que hay lugares más bellos para hacer deporte. La playa es mi gimnasio perfecto, en donde me reconcilio con mi cuerpo y con mi mente. Por cierto, como ya apuntó el Sr. Saramago, yo no voy preguntando a la gente cuántos libros se han leído el último mes, desde cuándo no disfrutan de una obra de teatro o de un buen concierto. No pregunto cómo cultivan sus mentes o sus corazones.

Hay todo un universo más allá de lo que vemos al mirarnos al espejo. Creo que estamos cuidando más de nuestro cuerpo que de nuestra alma. El cerebro también es un "músculo" a ejercitar, y no digamos el corazón. No conozco subidón mayor que lo bello, en cualquiera de sus manifestaciones artísticas.

El secreto es el equilibrio. Porque mucho me temo que seamos una sociedad de cuerpos perfectos que encapsulan, en realidad, corazones hechos añicos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios