Miedos excesivos

Más nos vale que Pedro Duque deje la política y que se siga dedicando a dar vueltas por el espacio

Anadie gustan las epidemias, salvo a los que anteponen sus intereses a sus consecuencias. No obstante, son muy interesantes por el conocimiento que proporcionan sobre los seres humanos. El miedo al contagio ha llevado -y lleva, como estamos comprobando- a comportamientos que en situaciones normales serían considerados exagerados o incomprensibles; con frecuencia, algunos en los que la desmesura y el egoísmo elevados reinan sin pudor. A partir de la toma de conciencia del peligro, especialmente cuando no se sabe suficientemente acerca del patógeno, surgen hipótesis estrafalarias para explicar sus causas o propuestas descabelladas y peligrosas para la prevención o tratamiento. Además, es habitual el acaparamiento de alimentos, fármacos o cualquier otra cosa que se considere necesaria para la supervivencia; no hay que olvidar que estamos programados para sentir miedo ante los peligros y esas respuestas pretenden que nos pongamos en alerta ante los posibles daños que podamos sufrir, bien alejándonos o tomando medidas para su reducción o evitación. Lo malo viene cuando es excesivo o no se corresponde con la realidad, lo que puede conducirnos a un bloqueo imprudente o a realizar acciones inapropiadas que, incluso, pueden empeorar la situación. Para que esto último no ocurra es muy importante una buena información por parte de los expertos y, por supuesto, la que ofrezcan los gobiernos. ¿Y qué ha sucedido aquí con el coronavirus? Pues que, hasta ahora, ha sido más bien poca. El que repitan una y otra vez que estemos tranquilos es totalmente insuficiente e inoperante, cuando la gente ve que confinan a cientos de personas, sencillamente, porque se encontraban en un sitio donde una o dos estaban infectadas. Tendrían que haber estado explicando a todo volumen el por qué de esas precauciones, de esos fastidiosos aislamientos, porque ayudaría a disminuir especulaciones y dramatismos. En este particular también serviría aclarar por qué se dan ciertas discrepancias entre profesionales sanitarios -hay, por ejemplo, quienes piensan que es exagerada la retención de esas 1.000 personas en Tenerife-. Y muy importante, no hacer declaraciones que levantan sospechas, como la del ministro Pedro Duque, quien ha asegurado que con una epidemia solo se pueden divulgar cosas que no vayan a causar más inquietud, lo que se traduce en ocultar o mentir si la verdad no es grata. Más nos vale que este ministro deje la política y que se siga dedicando a dar vueltas por el espacio.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios