Paco Huelva

Miedo

En los linderos de la Unión Europea hay un personaje dispuesto a cambiar la geoestrategia actual

El miedo para que circule necesita de grandes dosis de incertidumbre. Es decir, el desconocimiento de lo inmediato venidero supone romper la calma, el bienestar de la ciudadanía, y nos introduce de lleno en el terreno de las especulaciones, ese pozo sin fondo.

Intentemos hablar en plata de la amenaza que supone una invasión en Ucrania por parte de Rusia y de sus aliados. La industria armamentística, como cualquier otra, necesita producir para generar beneficios. Si no se venden armas variopintas, desde una pistola, un uniforme, un mortero, un tanque, un buque de guerra o un avión de caza, por citar algunas, no hay negocio.

Si las existentes no se gastan, en maniobras o en guerras aquí o allá, pues las fábricas no pueden subsistir, tendrían que cerrar porque el stock no sale. Por tanto, en la economía de mercado en la que subsistimos, es necesario y a veces urgente, al pensar de algunos, que, de vez en vez se genere una refriega. Así de duro y de alarmante.

Sigamos. En los entresijos de la Historia conocida -cuando ha quedado constancia de ella-, siempre han existido dirigentes dispuestos a ponerse el mundo por montera y a los que les ha importado un bledo la vida de los demás y ese asunto de los derechos humanos y otras monsergas de la igualdad. Suelen ser esos superhombres de los que hablaron Nietzsche y otros tantos filósofos, que entienden que tienen un destino prefijado y no hay razón alguna para que no consigan la gloria a la que se sienten llamados, otorgada no sabemos por qué oscuras deidades celestiales o terrenales. En todo caso les importa una higa, viven instalados en su megalomanía y lo que les estorba en su andar decidido, se lo quitan de en medio en un visto y no visto. Tienen la idea de imperialismo, de dominación tan acomodada en la sesera, que hasta que no consigan el fin que se han propuesto no paran.

Bueno, pues en los linderos de la Unión Europea, hay un individuo de estas características, que está dispuesto a cambiar la geoestrategia de la vieja Europa, para acomodarla a su capricho a los intereses espurios que han nacido en su endiablada cabeza de déspota sin complejos. Y, por ahora, solo está haciendo un ejercicio de fuerza como diciendo, cuidado con lo que se os puede venir encima, pero, eso no quita, que, en cualquier momento, decida avanzar en su locura de dominación y nos arrastre al abismo insondable de otra guerra, otra más. Recuerde, lector, que el armamento hay que gastarlo.

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